Los antecedentes mediatos de la Hora del Pueblo se registra
en la Asamblea de la Civilidad, en 1962, cuando Ricardo Balbín era presidente
del Comité Nacional del radicalismo y Arturo Mor Roig el secretario. Luego,
entre 1967 y 1968, a
través de Zavala Ortiz, Facundo Suarez y Arturo Illia, se estableció un programa
de coincidencias con Jerónimo Remorino, delegado de Juan Perón, quien desde Madrid
dio su expresa aprobación.
Frente al gobierno de Levingston, en 1970, se presento una situación
política de gran tensión, porque el presidente no dio señales de apertura; por
el contrario, sus pasos iban dirigidos a organizar un movimiento hacia su mandato,
prescindiendo de los partidos políticos. Tan así es que fueron utilizados
personajes de la vida política argentina, como Oscar Alende, a quien se le
facilitaron los canales de televisión para que hablara en favor de Levingston.
El ministro del Interior, Cordón Aguirre, tomo contacto con políticos como Juan
Trilla. La crisis se agudizo, porque el tiempo estaba maduro para alcanzar la solución
política que Levingston no daba.
Los partidos políticos trataron de llegar a un acuerdo para
alcanzar la salida democrática. Las cabezas del peronismo y del radicalismo
convinieron una declaración junto con otros partidos. En ella intervinieron Balbín,
por la Unión Cívica Radical; Jorge Daniel Paladino, encabezando al
justicialismo; el Partido Socialista, representado por Jorge Selser; el Partido
Demócrata Progresista, con Horacio Thedy; el Partido Conservador Popular, con
Vicente Solano Lima, e intervino a titulo privado y con carácter independiente
el escribano Rawson Paz, que estaba vinculado a grupos de la revolución de 1955,
representantes de la ideología de Pedro Eugenio Aramburu. Esta primera declaracion
aparece a fines de 1971 Paralelamente se producía en las Fuerzas Armadas una
marcada diferencia de criterios entre los altos mandos y Levingston, situación
que hizo crisis en marzo de 1971 y que provoco el alejamiento de este y la asunción
de Alejandro A. Lanusse, comandante en jefe del Ejercito.
La Hora del Pueblo cumplió un papel impulsor de la salida
institucional, e indirectamente, sin acuerdos ni pactos escritos, había total
coincidencia en el sentido de institucionalizar democráticamente el país. De ahí
en adelante, la Hora del Pueblo represento la decisión de la mayoría respecto a
la política argentina, en cuanto a que proclamo la necesidad de buscar
soluciones a través de las instituciones republicanas. Por eso desarrollo su filosofía
estableciendo reglas de juego para el futuro político, que Balbin sintetizo de
esta manera.
«El que gana gobierna y el que pierde colabora desde la oposición».
La amistad de Balbín y Perón quedo coronada en los hechos, y
el caudillo radical supo destacarla con mucha emoción en su despedida fúnebre
al presidente fallecido, en el ámbito del Congreso Nacional.
Fuente: Oscar Torres Avalos: "La Hora del Pueblo" (1992)
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