Decir que su gobierno
se ha convertido en el más eficaz instrumento de la entrega, comparable al de
Justo o al de Juárez Celman, ya no es decir ninguna novedad, ni en la
Argentina, ni en el mundo. La Argentina ha adquirido, por cierto, una triste
gloria gracias a Ud. Doctor.
Hasta ahora, sin embargo, algo nos quedaba. Si la entrega se
iba realizando casi impunemente, debido en cierta parte a la ineficacia general
de la oposición, cuando no a su complicidad ---tal es el caso de los partidos
tradicionales---, el pueblo podía seguir manifestándose en alguna medida. Eso
resulta sobre todo imprescindible para apresurar la crisis de esos partidos,
para que el pueblo vaya encontrando nuevos modos de actuar orgánicamente en el
terreno político. Y es porque los factores económicos que se mueven detrás de
su poder aparente saben eso, que se ha enviado al Congreso la llamada “ley de
defensa de la democracia”. Se pretende mejorar los instrumentos que acallen la
voz popular y su creciente conciencia de su propia fuerza y de sus propias
posibilidades.
Por eso mismo, es necesario evitar que esa ley se apruebe, y lograr una movilización tal de las fuerzas populares que se logre la derogación de todo el sistema represivo.
Voy a recordar algunos hechos, para aclarar lo que digo.
El grupo joven que hacia 1954 decidimos trabajar
políticamente con Ud., pensábamos que a través de esa acción era posible
constituir un movimiento que expresara la progresiva radicalización
nacionalista de izquierda que era ya visible en parte de la oposición al
peronismo, particularmente en las clases medias, lo que podía conjugarse con un
proceso similar que se estaba dando en las clases populares peronistas. Eso podía
facilitar una salida oligárquica continuista que se estaba gestando en los
grupos empresarios del peronismo. No es que confiáramos en Ud. personalmente,
ni en los conjuntos de los cuadros políticos que lo rodeaban ---no era
necesario--- pero esperábamos que la conjunción de los elementos más populares
de la población pudiera evitar que la salida del peronismo significara un paso
atrás.
Nos bastaba con que se mantuvieran las conquistas logradas
durante el peronismo, a fin de evitar el acostumbrado arrasamiento imperialista
que se ha dado en nuestro país después de todas
las crisis mundiales. De Ud. solo esperábamos un cierto grado de
honestidad personal y el deseo (producto más o menos previsible de su no
ocultable ambición) de pasar a la historia como un presidente popular, de corte
nacionalista. Esperábamos que los cuadros políticos que lo rodeaban cumplieran más
o menos semejante papel.
Es decir, que no confiábamos en Ud. sino en la medida en que
se ejerciera la presión de los acontecimientos, de las masas populares, de los
cuadros políticos y sindicales organizados. Desde un principio intentamos
colaborar, desde adentro, en esa presión.
Nuestros primeros intentos orgánicos en escala relativamente
vasta se dieron después de la división del radicalismo (antes era imposible por
el carácter profundamente reaccionario del balbinismo y del unionismo). Los
primeros planteos tuvieron relativo éxito. Cada visita en grupo a su casa,
lograba arrancarle algunas concesiones, porque Ud. sso era evidente, necesitaba
de nosotros. Ya candidato presidencial, sin embargo ese relativo control fue
desapareciendo; muchos otros grupos, la mayoría con gran poder financiero,
comenzaron a acercarse a Ud. y a influir, incluso, en algunos de nosotros
mismos.
Luego de varios hechos que nos iban dando la pauta de lo que
ocurría, el primer hecho grave y público fueron las declaraciones de Alsogaray
(recientemente ex ministro de Aramburu), quien afirmo que Ud. le había
manifestado una coincidencia total con sus planteos económicos libre-cambistas,
solo que le había aclarado que eso no se podía reconocer públicamente. Eso no
dio la ocasión para hacerle un nuevo planteo concreto y total, con un arma
eficaz en las manos. Ud. (era en las oficinas de Schmukler en la Diagonal Sur),
nos aseguró que Alsogaray era un vulgar calumniador exhibicionista, que buscaba
prestigiarse atacándolo.
Nos pregunto en tono patético si podíamos dudar de treinta
años de vida política dedicados a la defensa del patrimonio nacional, y nos dio
algunas pruebas concretas de lo que decía, incluso apoyándosenos en contra del
grupo de la Revista “Qué”. Hasta aquí llegaba nuestra confianza y hasta ese límite
se la seguimos otorgando.
Poco después, sin embargo, hizo Ud. sus famosas
declaraciones a la revista “Qué” sobre educación privada. Le planteamos una
nueva cuestión, esta más áspera y pública, no por razones religiosas (coincidíamos
con Ud. en que la cuestión religiosa había que dejarla de lado o posponerla, en
los países coloniales), sino porque veíamos en sus declaraciones señales de un
peligroso acercamiento a grupos ideológicos que a su vez representan al capital
financiero internacional, y a la Iglesia Católica, en cuanto a organización, es
una de ellos. Ud. entonces nos pidió una entrevista a realizarse en mi estudio,
a fin de revisar la situación. En esa entrevista no estuvimos presentes más que
seis personas, más Ud. y su hija Elena. Allí explicó Ud. que la decisión tomada
la había resuelto absolutamente solo, sin responder a presión de ninguna
especie, y que no lo comprometía absolutamente con nada ni con nadie. Los demás
asistentes (Balbín, Jitrik, Luna, Zavala, Zanoni) admitieron sus explicaciones.
Yo le contesté que el paso que había Ud. dado significaba la ratificación para mi, de que Ud. había elegido socios que iban a terminar siendo sus patrones, y que desde ese momento adoptaba respecto de su candidatura una posición de apoyo critico, ya que era la única opción que a esa altura de los hechos quedaba, frente a opciones peores. Quédese desde ese momento prácticamente desvinculado de su persona, y dedicado a tratar de ayudar a fortalecer, dentro y fuera de la UCRI, situaciones que pudieran contrabalancear en el futuro su personal acción. Pero, yo no lo sabía todavía, la corrupción, aun en nuestras filas, ya había penetrado profundamente. El proceso iba de arriba abajo. Así como Ud. había sido, hasta el momento de su precandidatura, solo un típico abogado de nuestra clase media, vacilante, tal vez no muy decidido, con débiles relaciones con algunos círculos de negocios, oscilando continuamente entre acercarse a las clases populares y participar en sus luchas hasta sus ultimas consecuencias y ascender individualmente por medio de pactos y compromisos; después de ser candidato, Ud. comenzó a relacionarse poco a poco con la gran burguesía nacional (¿recuerda el caso de “La Bernalesa”, doctor?), y sus expositores teóricos; Frigerio, Mario Amadeo, que lo deslumbraban con su “eficacia” y la seguridad de sus juicios. Esa relación, primera política, fue luego llevándose al terreno concreto; al principio, se trataba de “prestamos” para la campaña, luego, de ofrecimientos de negocios para sus amigos, finalmente, de negocios también para Ud. algo de eso, en menor escala, ya le había ocurrido antes; eran las pequeñas debilidades del profesional de clase media. Ya había participado Ud en el negocio de la playa “Alfar”, con los Marchinandiarena y Frigerio, y en los negocios de construcciones y útiles de los Mazar Bernett y Giralt. Ellos lo introdujeron al mundo financiero, especulando a la vez con su prestigio político.
Yo le contesté que el paso que había Ud. dado significaba la ratificación para mi, de que Ud. había elegido socios que iban a terminar siendo sus patrones, y que desde ese momento adoptaba respecto de su candidatura una posición de apoyo critico, ya que era la única opción que a esa altura de los hechos quedaba, frente a opciones peores. Quédese desde ese momento prácticamente desvinculado de su persona, y dedicado a tratar de ayudar a fortalecer, dentro y fuera de la UCRI, situaciones que pudieran contrabalancear en el futuro su personal acción. Pero, yo no lo sabía todavía, la corrupción, aun en nuestras filas, ya había penetrado profundamente. El proceso iba de arriba abajo. Así como Ud. había sido, hasta el momento de su precandidatura, solo un típico abogado de nuestra clase media, vacilante, tal vez no muy decidido, con débiles relaciones con algunos círculos de negocios, oscilando continuamente entre acercarse a las clases populares y participar en sus luchas hasta sus ultimas consecuencias y ascender individualmente por medio de pactos y compromisos; después de ser candidato, Ud. comenzó a relacionarse poco a poco con la gran burguesía nacional (¿recuerda el caso de “La Bernalesa”, doctor?), y sus expositores teóricos; Frigerio, Mario Amadeo, que lo deslumbraban con su “eficacia” y la seguridad de sus juicios. Esa relación, primera política, fue luego llevándose al terreno concreto; al principio, se trataba de “prestamos” para la campaña, luego, de ofrecimientos de negocios para sus amigos, finalmente, de negocios también para Ud. algo de eso, en menor escala, ya le había ocurrido antes; eran las pequeñas debilidades del profesional de clase media. Ya había participado Ud en el negocio de la playa “Alfar”, con los Marchinandiarena y Frigerio, y en los negocios de construcciones y útiles de los Mazar Bernett y Giralt. Ellos lo introdujeron al mundo financiero, especulando a la vez con su prestigio político.
En nuestros grupos, a través directamente de su acción, ese
mismo proceder se repetía.
Así fue como alrededor del 15 de mayo recién asumido el
poder, el doctor Ricardo Rojo nos solicitó una reunión en nuestra casa
particular, para escuchar “una propuesta” que deseaba hacernos Ramón Prieto, a
quien calificó de “ideólogo del peronismo”. Nos reunimos unas veinte personas;
entre ellas su secretario Jorge García Domínguez, Susana Fiorito, María
Liceaga, David Jalife, el mismo Rojo.
Invocando extraños representaciones. Ramón Prieto nos dijo que en breve plazo se iban a firmar diversos contratos con las grandes compañías petroleras, sobre el modelo de la Standard Oil. Y afirmo que su presencia esa noche se debía a que apoyáramos esos contratos, necesarios para el desarrollo nacional, según expresó. Comenzó una larga y áspera discusión, en la que varios de los presentes ---y debe destacar que entre ellos estaba Jorge García Domínguez--- manifestamos nuestra intransigencia en esa materia. Lo que viene aquí al caso es que la señora de Liceaga manifestó que en los viajes a los países vecinos que acababa de hacer con Ud. Ud personalmente la había convencido de la necesidad de pasos como el que en ese momento se nos anunciaba. Y afirmó dos cosas sintomáticas. Que Ud había llegado a acuerdos con los empresarios norteamericanos, y que la participación en empresas que permitieran grandes ganancias iba a coincidir con el desarrollo nacional en los próximos años. Ante el silencio de algunos, otros le manifestamos que si lo que decía era cierto, nosotros estábamos ya en la oposición, aun cuando participáramos en cargos del gobierno, y que nos sentíamos con derecho a realizar la oposición publica desde nuestros cargos, cualesquiera ellos fueran, hasta que nos echaran o nos obligaran a renunciar.
Invocando extraños representaciones. Ramón Prieto nos dijo que en breve plazo se iban a firmar diversos contratos con las grandes compañías petroleras, sobre el modelo de la Standard Oil. Y afirmo que su presencia esa noche se debía a que apoyáramos esos contratos, necesarios para el desarrollo nacional, según expresó. Comenzó una larga y áspera discusión, en la que varios de los presentes ---y debe destacar que entre ellos estaba Jorge García Domínguez--- manifestamos nuestra intransigencia en esa materia. Lo que viene aquí al caso es que la señora de Liceaga manifestó que en los viajes a los países vecinos que acababa de hacer con Ud. Ud personalmente la había convencido de la necesidad de pasos como el que en ese momento se nos anunciaba. Y afirmó dos cosas sintomáticas. Que Ud había llegado a acuerdos con los empresarios norteamericanos, y que la participación en empresas que permitieran grandes ganancias iba a coincidir con el desarrollo nacional en los próximos años. Ante el silencio de algunos, otros le manifestamos que si lo que decía era cierto, nosotros estábamos ya en la oposición, aun cuando participáramos en cargos del gobierno, y que nos sentíamos con derecho a realizar la oposición publica desde nuestros cargos, cualesquiera ellos fueran, hasta que nos echaran o nos obligaran a renunciar.
Allí comenzó nuestra lucha abierta, que culminó
efectivamente en renuncia al tiempo más o menos breve. No es hoy el momento de
relatar como se dio esa lucha contra la opinión de todo el mundo, incluso
amigos e incluso partidos de izquierda.
Desde entonces, su gobierno se ha venido transformando poco
a poco en una singular pero no inusitada “rosca”; los políticos se han ido
transformando en nuevos ricos, a través de negocios de todo tipo y clase; los
militares ligados a su grupo han ido ingresando a los directorios de las compañías
filiales de los grandes monopolios internacionales; y los gerentes de esas compañías
han ido ocupando poco a poco lugares claves en su gobierno.
No se trata de afirmaciones generales, basadas en una teoría
de la historia, sino de hechos concretos y particulares que vienen a confirmar
esa teoría de la historia en su anécdota argentina actual.
Algunos ejemplos: El ministro Acevedo, es el personero de la Republic Steel Co. Y de la Thyssen en Acindar, Acindar domina a su vez a Misipa (concesionaria favorita de Frigerio) en la que es Director del general Leguizamon Martines, Misipa forma parte del mismo grupo Minera Aluminé (concesionaria favorita tambien), que a su vez domina la Editorial Haynes (Presidente del Directorio, el general Leguizamon Martinez). Y no solo Acevedo es ministro de su gobierno, sino que el general Leguizamon Martinez es primo de la señora de Belcha Rosso Leguizamon, conocida en la vida civil como esposa del doctor Juan Ovidio Zavala, pieza clave en su ministerio.
Doctor podría seguir este hilo, por ejemplo a través de la
señora de Zavala, alto funcionario ella también ¿no es cierto? Podría seguir refiriéndome
a su contorno inmediato. Por ejemplo a su hombre de confianza, Grancelli Cha,
hoy poderoso representante de empresas extranjeras, o a su sobrino Román
Frondizi, hoy instalado con un piso que le costó un millón de pesos, como “gestor”
de empresas extranjeras.
Podría hablar de los negocios papeleros de la ex diputada
Liceaga, y de su pobre marido y rico empresario.
Podría hablar de los cientos de hombres jóvenes que Ud y sus
amigos han corrompido. Pero todo esto no sería sino presentarlo a Ud como lo
que pretender ser; una especie de Maquiavelo cínico y astuto, que a los mejor
está usando métodos retorcidos en lo que cree el bien de su patria, y vive
austeramente, como lo proponía y lo practicaba el Maquiavelo real. Pero eso
seria disfrazar la verdad, poniéndolo en un plano que no es el que Ud merece
ocupar siquiera. Por eso, prefiero ir al otro extremo de la línea y volver a
Ud.
¿No es cierto, doctor que el señor Giralt es socio de los
Mazar Barnett, y Ud socio de ellos? ¿No es cierto que esas sociedad, dedicada
antaños a las construcciones (el señor Giralt es maestro de obra, o algo así),
en escala relativamente pequeña, ahora se dedica a los grandes negocios del
cemento, en ligazón con el señor Fortabat (“Loma Negra”) y en relación con el
actual ministro Acevedo? ¿No tiene toda esta gente algunos intereses en la
construcción de caminos? ¿Y Ud doctor? ¿No es cierto, doctor, que los Mazart
Barnett son dueños virtuales de las Universidades Populares hayan recibido un
jugoso subsidio del Estado? ¿Y no es singular que el señor Mazar Barnett
apararezca testarudamente en los directorios de los grandes bancos nacionales,
a pesar de su declarado desconocimiento en materia financiera? Es que, como
denuncio el Movimiento político al que pertenezco, nos encontramos ahora ante
una perfecta “rosca”, si mi doctor, cuyos tornillos también se ajustan en el
mentado sillón de Rivadavia. ¿O son estos los beneficios de la libre empresa,
en concurrencia con el “desarrollo” de que nos hablaba la señora Liceaga?
Como Ud ve, doctor Frondizi no ando tan descaminado cuando
digo que la “Ley de defensa de la democracia” esta redactada para defender
tanto los intereses del imperialismo como los suyos y los de sus amigos,
ligados al imperialismo por algo mas concreto que las simples ideologías. ¿No
condena ese proyecto de ley, acaso, como delito subversivo, toda critica contra
la enseñanza privada, tan bien representada en las Universidades Populares?
¿No condena toda discrepancia con la libre empresa? Como en
los bloque de senadores y diputados también hay buenos negociantes de esta hora,
no dudo que esta Ley, u otra parecida (una variante dulcificada por el benemérito
libreempresista doctor Soler, por ejemplo, a quien los senadores han llamado en
consulta) será aprobada.
Sus intereses y los de sus socios amigos, co gobernantes y
representantes de los amos norteamericanos, estarán bien protegidos doctor. Pero
dejémoslos entonces de grandes frases sobre la democracia, occidente y todo lo demás,
y hablemos finalmente de los negocios, en el candido lenguaje que tan bien
empleaba mister Foster Dulles!
Entonces estaremos hablando cada cual su propio lenguaje, y
el paraíso de la libre empresa no tendrá que recurrir a la mala literatura. Al
menos, como lo reclaman algunos de sus propios amigos, no estará Ud haciendo el
ridículo.
Fuente: Ismael Viñas: "Carta Abierta al Presidente Frondizi" (1 de septiembre de 1961) en Marchar N° 1073, Año XXIII, Montevideo Uruguay.
No hay comentarios:
Publicar un comentario