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sábado, 2 de agosto de 2014

Eugenio Blanco: "Carta de Alta Gracia" (8 de marzo de 1964)

Entre el 24 de febrero y el 7 de marzo de 1964 tuvo lugar en la localidad cordobesa de Alta Gracia la reunión convocada por la Comisión Especial de Coordinación Latinoamericana (CECLA), instancia previa a la Primera Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD I). En esta reunión -presidida por el ministro de Economía del gobierno de Illia, Eugenio Blanco, y que contó con el asesoramiento de figuras vinculadas al enfoque cepalino y desarrollista como Alfredo Concepción, Bernardo Grinspun, o Leopoldo Tettamanti, entre otros-, se aprobó la llamada Carta de Alta Gracia, documento inspirado en las ideas del economista argentino Raúl Prebisch, en el cual 19 países latinoamericanos denunciaron el carácter discriminatorio de la estructura del comercio internacional como el factor responsable de la vulnerabilidad de los países en vías de desarrollo.

En la Alta Gracia, la Argentina propuso la creación de un Fondo Mundial de Financiación de Alimentos a funcionar dentro del ámbito de la ONU. Según la propuesta argentina, este Fondo debía ser administrado en forma proporcional por países proveedores, contribuyentes y beneficiarios. Según las palabras del canciller Zavala Ortiz, propuestas como la de este Fondo apuntaban precisamente a evitar el manejo monopólico de la asistencia financiera por “unos pocos países privilegiados”


Los representantes de los gobiernos de los países latinoamericanos reunidos en Alta Gracia, de acuerdo con el mandato conferido par la Segunda Reunión Anual del Consejo Interamericano Económico y Social al nivel ministerial de 1963, han establecido las líneas de una política unificada de comercio exterior para el desarrollo. Al efecto DECLARAN:

En diciembre de 1962 las Naciones Unidas convocaron la Conferencia Mundial de Comercio y Desarrollo con el propósito de fijar las bases de una nueva estructura del comercio internacional, capaz de asegurar un crecimiento acelerado, ordenado y continuo de los países en desarrollo.

Desde entonces, los países latinoamericanos han participado en reuniones del Comité Preparatorio de la Conferencia, realizadas en Nueva York y Ginebra y han realizado un examen conjunto de sus problemas con el objeto de promover la coordinación de sus políticas comerciales. Con tal propósito se han organizado reuniones de expertos independientes, peritos gubernamentales y representantes oficiales en Mar del Plata, Santiago, San Pablo y Brasilia, las cuales ahora culminan con la Reunión de Alta Gracia.

Como resultado de estos estudios y esfuerzos continuados, America Latina ha adquirido una mayor conciencia de sus problemas y expresa la firme determinación de actuar coordinadamente en la solución de ellos, dentro del marco de las siguientes consideraciones y disposiciones:

1) La estructura actual del comercio internacional tiende a ampliar la brecha que separa los niveles de vida de las naciones al impedir a las que están en vías de desarrollo una afluencia de recursos adecuada a sus necesidades de crecimiento económico y al polarizar los conocimientos técnicos y elementos de bienestar en los países que ya cuentan con altos niveles de ingresos.

Estas condiciones crean situaciones dramáticas frente al aumento de población y a la conciencia de los pueblos sobre su derecho y su posibilidad de mejores niveles de vida.

2) Estos fenómenos universales adquieren en America Latina características especialmente graves. A pesar de los esfuerzos para aumentar el volumen de sus exportaciones, America Latina esta siendo desplazada en el comercio internacional y, para impedir una disminución mayor de su crecimiento, ha tenido que recurrir a asistencia financiara externa, en términos tales que su servicio constituye una carga excesiva para su capacidad de pago.

Hay, por lo tanto, una contradicción evidente entre la política de préstamos y la política comercial aplicada por los países desarrollados al mundo en desarrollo. Por una parte, se le provee de recursos financieros y por la otra se le dificultan los servicios de esa deuda al limitar la expansión adecuada de sus ingresos de exportación. Esta contradicción se agudiza por el desmejoramiento de los precios de los productos de exportación de los países en desarrollo, en relación con el aumento de los precios de bienes que exportan los países industrializados.

3) Frente a hechos tan adversos, es necesario destacar la responsabilidad que recae sobre todos los países, especialmente sobre aquellos que en mayor grado se benefician con el régimen injusto actual. Esta responsabilidad debe medirse teniendo en cuenta el interés común determinado por la interdependencia de las economías nacionales, sin cuyo reconocimiento no podría obtenerse la justicia necesaria para asegurar la paz mundial.








Fuente: Texto del documento emitido el 8 de marzo de 1964 durante la reunión preparatoria de los países latinoamericanos para fijar una política unificada de comercio exterior en la Conferencia Mundial de Comercio y Desarrollo de Ginebra.

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