Tres Libertades sin las Cuales no Hay Vida Democrática
Enorme expectativa
produjo el anuncio de que en la Casa Radical hablaría hoy, martes, después de
un largo silencio, una figura patriarcal del radicalismo: don Elpidio González,
ex vicepresidente de la Nación, y ex ministro de Hipólito Yrigoyen. En las
filas partidarias hubo verdadera conmoción. Don Elpidio González tiene algo que
decir al partido y al país sobre la hora, por tantos motivos inciertos y
difíciles. Qui ha querido obtener del viejo líder radical algunas declaraciones
acerca de las preocupaciones que lo inducían a hablar. Tarea difícil, porque
don Elpidio se resiste naturalmente, se ha resistido siempre, a la publicidad y
a las declaraciones periodísticas. Entiende que lo que debe decir tiene que ser
dicho desde un solo lugar: la tribuna radical.
Pero accede, al fin,
confesando que “se sale de sus normas", al adelantarnos algunas
afirmaciones generales.
Dar precisiones sobre
problemas concretos y actuales es, a su juicio, tarea de las autoridades del
radicalismo. Y don Elpidio, voluntariamente, ha rechazado todos los cargos
directivos que la U. C. Radical le ha ofrecido últimamente, para ocupar un
simple puesto “de filas”.
Democracia y demagogia
Abordamos el problema
de la posición actual del radicalismo frente al gobierno y don Elpidio González
zanja la cuestión con una definición general que, a su juicio, contiene todas
las respuestas posibles:
—Los hombres del actual gobierno desarrollan una política demagógica
y el radicalismo es democracia.
“Vivimos — agrego
— una hora materialista y demagógica; y los males que el país soporta — subraya
— son fruto natural de esa política demagógica. Por otra parte —se apresura a señalar—,
el materialismo de la hora no es un fenómeno circunscripto a nuestro país, sino
común a casi todos los países del mundo. La lucha esta entablada en todo el
mundo entre las fuerzas materialistas y las fuerzas del espíritu. La Unión Cívica
Radical es en el país — concluye —
la genuina representante y depositaria de las fuerzas espirituales”
Un solo radicalismo
Don Elpidio ha
llegado al tema que parece por sobre otros preferir: la esencia de lo radical.
Y prosigue, con sencillez, no exenta de cierta espontánea sentenciosidad:
—Unión Cívica Radical no hay mas que una sola. Y hoy esta
frente al gobierno. El radicalismo —continuó — no es una fuerza electoralista,
sino una fuerza ciudadana creada para servir a la Nación. El radicalismo es una
fuerza principista. No persigue los gobiernos como fines. Para la U. C. R. los
gobiernos son medios de servir al país y no fines. El radicalismo — concluye
luego — es indivisible; y no admite calificativos ni agregados que lo achiquen.
Sus principios son aquellos en los que descansa la moral misma; y sus hombres
no se saldrán de lo que les fijara Hipólito Yrigoyen. En las definiciones que
fijó Yrigoyen en materia de política internacional, social y económica encontraran
hoy los radicales soluciones para todos los problemas que plantea la hora
actual.
El problema internacional
El cronista acucia al
viejo político en procura de definiciones menos generales. Lo lleva a los
problemas internacionales de la hora y recuerda que otra figura saliente del radicalismo
tuvo hace poco para Qué palabras muy claras. Y don Elpidio hilvana entonces,
pausadamente, sus puntos de vista:
"El mundo — dice
— aun se agita con los problemas derivados de la guerra. La hora reclama de
los pueblos una gran serenidad para afrontar la solución de los mismos y para
construir las bases de una civilización que aleje toda posibilidad de futuras
guerras y cimente definitivamente en la legalidad, en el derecho, y en la
igualdad de las naciones la estabilidad de una paz duradera en el mundo.
"Solo dentro de un estado de derecho lealmente
practicado y respetado podrán las naciones adquirir capacidad para afianzar una
solidaridad basada en ideales de justicia y no en momentáneos intereses o
conveniencias materiales”
La libertad
"Creo — agrego
luego —, sin temor a equivocarme, que el principio de la libertad es y será
siempre la medula misma de la vida de los pueblos. Nos lo expresa a cada
instante la historia. No es solo el resultado de la filosofía cristiana, sino
la razón de ser de la vida, que nos impone como norma esencial de la personalidad
humana, la libertad; libertad de economía, libertad de asociación y libertad de
enseñanza, he ahí los tres principios primordiales que deben regirnos. Mientras
ellos no estén afianzados no podrá decirse de ningún país que tenga asegurada
las condiciones esenciales para el verdadero desenvolvimiento de su vida
institucional, ni que este en condiciones de cumplir con su finalidad de
realizar la felicidad de los pueblos.
“Y por encima del progreso material, del adelanto de la técnica,
de las acumulaciones económicas, debe pensarse en el impulso del ideal creador,
en el esfuerzo del perfeccionamiento individual. Y en la formación — subraya — de una conciencia depurada
de sensualismo que permita a las nuevas generaciones alejarse del materialismo,
que generalmente corrompe.
"La juventud de hoy debe ser orientada hacia una concepción
de la vida que al darle la capacitación para realizar su destino, les infunda
un renovado sentido ideal. Cualesquiera que fueren las dificultades que tenga
el país para transformarse y organizarse dentro de los principios democráticos
que deben regirlos, ellas serán vencidas, si todos los argentinos, y sobre todo
las nuevas generaciones, se inspiran únicamente en el ideal de una argentinidad
forjada en la autenticidad de los principios de la Constitución Nacional"
La reorganización
El cronista lleva
luego al ex ministro de Irigoyen a los problemas que preocupan actualmente al
radicalismo: su reorganización, en primer término.
—La reorganización, una reorganización profunda y amplia, ha
sido siempre la práctica radical, cada vez que se ha tenido que emprender una
nueva campaña y cuando, al terminar la lucha, ha sido necesario iniciar otra
etapa. Una reorganización realizada con toda amplitud y sin exclusiones de
ninguna especie, que abra las puertas de la U.C.R. a las nuevas generaciones,
es además, hoy, el anhelo de toda la masa ciudadana; y en esta hora quizás mas
que en ninguna otra resulta inexcusable. Cuanto mas pronto se haga y mayor
amplitud y profundidad se le de, tanto mejor.
Respecto de los
problemas de orientación del radicalismo don Elpidio González tiene una definición
terminante:
"El radicalismo debe mantener una absoluta intransigencia
de principio y de doctrina, sin que en su reconstrucción se hagan exclusiones
de ninguna clase. Lo que importa es la doctrina".
El cronista aborda,
por ultimo, el tema de la actuación futura del entrevistado en la acción
militante del partido. Don Elpidio se muestra ajeno y desinteresado de ese
aspecto de la acción radical. No ocupa ningún cargo partidario ni lo ocupara,
agrega:
"He renunciado a todos los cargos directivos — termina — porque entiendo que puedo ser
mas útil a la unidad del radicalismo desde las filas mas modestas. Mi renuncia
ultima, como todas las mías, fue decidida después de hondas meditaciones y es
definitiva. Ocupare, eso si, donde quiera que el partido me lo pida, una
tribuna radical que se me ofrezca".
Fuente: Revista Qué Sucedio en 7 dias, Año II, 10 de junio de 1947, N°45
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