Estoy complacido, porque grandes multitudes han rodeado las
tribunas del partido, a lo largo del país, y estamos seguros que una gran
mayoría ha entendido nuestra prédica.
No salimos a adular a nadie, venimos a combatir a los
derrotados de la victoria. Estamos a dos años de una entrega que se va
consumando.
La Unión Cívica Radical del Pueblo meditó densamente esta
convocatoria, incluso su primer impulso fue no participar de un comicio que se
desarrollaría con proscripciones y bajo el régimen permanente del estado de
sitio, pero había un principio superior que salvar y ahí entran en juego las
instituciones democráticas. Estaba en juego el destino de la Nación.
Declaramos que nos repugna este comicio. Lo ensucia el
estado de sitio, lo mancha groseramente el plan militar, lo entristece la
persecución y la cárcel. Nosotros tendríamos que haber abandonado la contienda
y reservarnos como una fuerza moral, pero no podemos: está la Nación primero.
Persistimos en el camino del comicio porque es el instrumento pacífico de la democracia, para rectificar una política que empobrece al pueblo y no defiende las riquezas potenciales de nuestra economía.
Buscamos a todos los hombres, no queremos ser una
parcialidad victoriosa, por eso ofrecemos el partido al país. Estamos en contra
de las proscripciones, pero al hombre del voto en blanco tengo algo que
decirle; eso no sirve. Eso puede ser un día de satisfacción en blanco, pero no
se medirá la consecuencia. Estamos cansados de las tristes consecuencias
argentinas.
Por eso también nos dirigimos al hombre que piensa votar en blanco, para pedirle que no lo haga, y que advierta que el voto en blanco, no tendrá un sentido positivo, como se le pretende hacer creer.
Por el contrario favorecerá al gobierno y a su política, obteniendo algo muy distinto de lo que él cree conseguir.
Debe pensar ese hombre que la cifra millonaria de votos en
blanco, dará el argumento eficaz a quienes piensan terminar con la democracia
en el país. Sin democracia no habrá paz, concordia, ni tranquilidad. Se
colocará al país al borde de la violencia y se alejará toda posibilidad de
resolver el problema angustioso de los hogares humildes y de concretar el
destino luminoso que está reservado a Argentina.
El voto en blanco no se computará más que en un instante de
la vida de la Nación, pero sus consecuencias caerán en primer término sobre los
mismos que esperan de él, la solución de sus males. Favorecerá al gobierno que
no espera otra cosa que mantener sus mayorías legislativas, y continuará sin
rectificaciones un plan que repudia todo el país, porque ya ha declarado que
será insensible a la voluntad popular. Sólo un voto positivo que arrebate esa
mayoría legislativa, hará posible la rectificación de esa política, por vía de
la expresión popular en el Parlamento. Ejercerá la presión necesaria para que
por la vía del respeto a la voluntad del pueblo, se encauce y oriente el país hacia
las grandes soluciones nacionales, sin sometimientos a los planes de la
extranjería.
No es cuestión de revisar, es cuestión de anular. Queremos ser el recinto del conjunto argentino. Así como decimos y afirmamos que condenamos el Plan Conintes, venimos a decir que se está perdiendo el petróleo y se está comprometiendo la petroquímica, todo ello es anulable y lo será en el tiempo.
Pero hay otra cosa que se pierde: la juventud de los pueblos, ése es el drama de la Argentina. No somos los materialistas de la instancia, somos los soñadores del futuro argentino. La democracia necesita un triunfo para la juventud. Está equivocado el gobierno, si cree que este episodio, termina el 27, terminará si el pueblo es indiferente, pero será el principio de una marcha si el país sale con ímpetu a la calle.
Fuente: Discurso del Dr. Ricardo Balbín en Plaza Miserere, con motivo de la campaña para las elecciones legislativas del 27 de marzo de 1960.
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