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miércoles, 14 de mayo de 2014

Arturo Frondizi: "El Programa de Avellaneda" (1965)

Resultaría incongruente entrar en el análisis concreto de los temas planteados en el programa de Avellaneda sin antes hacer una breve referencia a las condiciones reinantes al momento de su redacción. La Declaración de Avellaneda que precedió en 2 años al Programa, fue la bandera de lucha de la Intransigencia contra los sectores unionistas que representaban una típica mentalidad conservadora, enemiga de los cambios estructurales. Es decir, que se elaboro como la respuesta que la intransigencia daba al unionismo en la U.C.R., sobre los más importantes problemas nacionales, y como tal, era el otro polo de la actitud que propugnaba el antipersonalismo. El hecho cierto es que visto desde la distancia, el programa de Avellaneda fue mucho mas una bandera de lucha que posibilito el triunfo de la Intransigencia que una respuesta científica a los problemas que afligían al país en la década de los años 40. Su Profesión de Fe Doctrinaria constituye una ponderable contribución para establecer los verdaderos objetivos materiales y espirituales que persigue la criatura humana. Desde el M.I.D. mantenemos absoluta fidelidad a su filosofía; los instrumentos tácticos varían en función de los cambios que se operan en la realidad que se intenta transformar.

En la profesión de Fe Doctrinaria hay un párrafo que deseo citar explícitamente, ya que ese documento se elaboro con mi concurso: 

«...para el radicalismo los fines son inalterables; los de la libertad y la democracia para la integración del hombre, así como pueden ser variables los medios porque son instrumentos, y variables son las condiciones sociales de la realización nacional». 

La misma Profesión de Fe sostenía el carácter pluriclasista del partido y atribuía a este una amplitud más grande que la meramente partidista, como movimiento que aspiraba a interpretar a la Nación en su conjunto. En cuanto a los fines partidarios, la «Declaración de Avellaneda afirmaba «La necesidad de asegurar las bases materiales para el libre desarrollo de la personalidad del país y de sus habitantes», con lo cual se iba un poco mas allá de la vieja aspiración genéricamente expresada por el radicalismo, por instaurar «una democracia política, económica y social. Como en 1958 y aun hoy, en 1965, en 1945 le dijimos al país que el problema consistía en asegurar las bases materiales de nuestra autodeterminación.

Junto a estos y otros conceptos y puntos programáticos, plenamente vigentes, existen no pocos que perdieron vigencia o que no la tuvieron efectiva nunca.

Solo los que viven de recuerdos pueden permanecer impermeables a las mutaciones que se han gestado en los últimos años en la Argentina y el mundo. Por nuestra parte una y otra vez hemos sostenido, no solo en relación al programa de Avellaneda, sino en cuanto se refiere a toda la actividad política y a la obra de gobierno, la necesidad de someterlas al mas riguroso análisis autocrítico. Y por cierto que lo hemos hecho y lo seguimos haciendo, implacablemente.

Para ello tenemos un método que asimismo aplicamos a la elaboración de la estrategia y la táctica en cada momento histórico. ¿Es útil a la Nación?, nos interrogamos y luego: ¿resulta realizable?,¿cómo?.

El programa seguía una tendencia, en alguna medida «socializante» que tenía ya larga presencia en el «yrigoyenismo», especialmente remarcable en las vísperas del golpe de septiembre de 1930. Por otra parte, influían en el ánimo de los redactores de estos documentos, la abundante literatura de postguerra consagrada a resolver doctrinariamente los problemas de la reconstrucción institucional de los países ocupados. Por razones más que obvias en todas ellas campeaba el dirigismo. Un autor que por entonces fue muy leído y seguido por algunos hombres de Avellaneda, fue Harold Laski. Pero fuera de estas influencias ideológicas, lo cierto es que la perspectiva de una tercera guerra o, al menos, del recrudecimiento de la guerra fría, obligaba a pensar que las naciones jóvenes se encontrarían ante la alternativa de satelizarse o replegarse sobre si mismas para construir su futuro.
























Fuente: Arturo Frondizi "Historia y Problematica de un Estadista" Su Actuacion en la UCR (1930-1957) Tomo III El Politico. Texto de Arturo Frondizi: "El Programa de Avellaneda" (1965)

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