Resultaría incongruente entrar en el análisis concreto de
los temas planteados en el programa de Avellaneda sin antes hacer una breve
referencia a las condiciones reinantes al momento de su redacción. La Declaración
de Avellaneda que precedió en 2 años al Programa, fue la bandera de lucha de la
Intransigencia contra los sectores unionistas que representaban una típica
mentalidad conservadora, enemiga de los cambios estructurales. Es decir, que se
elaboro como la respuesta que la intransigencia daba al unionismo en la U.C.R.,
sobre los más importantes problemas nacionales, y como tal, era el otro polo de
la actitud que propugnaba el antipersonalismo. El hecho cierto es que visto
desde la distancia, el programa de Avellaneda fue mucho mas una bandera de
lucha que posibilito el triunfo de la Intransigencia que una respuesta científica
a los problemas que afligían al país en la década de los años 40. Su Profesión
de Fe Doctrinaria constituye una ponderable contribución para establecer los
verdaderos objetivos materiales y espirituales que persigue la criatura humana.
Desde el M.I.D. mantenemos absoluta fidelidad a su filosofía; los instrumentos tácticos
varían en función de los cambios que se operan en la realidad que se intenta
transformar.
En la profesión de Fe Doctrinaria hay un párrafo que deseo
citar explícitamente, ya que ese documento se elaboro con mi concurso:
«...para
el radicalismo los fines son inalterables; los de la libertad y la democracia
para la integración del hombre, así como pueden ser variables los medios porque
son instrumentos, y variables son las condiciones sociales de la realización nacional».
La misma Profesión de Fe sostenía el carácter pluriclasista del partido y atribuía
a este una amplitud más grande que la meramente partidista, como movimiento que
aspiraba a interpretar a la Nación en su conjunto. En cuanto a los fines
partidarios, la «Declaración de Avellaneda afirmaba «La necesidad de asegurar
las bases materiales para el libre desarrollo de la personalidad del país y de
sus habitantes», con lo cual se iba un poco mas allá de la vieja aspiración genéricamente
expresada por el radicalismo, por instaurar «una democracia política, económica
y social. Como en 1958 y aun hoy, en 1965, en 1945 le dijimos al país que el
problema consistía en asegurar las bases materiales de nuestra autodeterminación.
Junto a estos y otros conceptos y puntos programáticos,
plenamente vigentes, existen no pocos que perdieron vigencia o que no la
tuvieron efectiva nunca.
Solo los que viven de recuerdos pueden permanecer impermeables
a las mutaciones que se han gestado en los últimos años en la Argentina y el
mundo. Por nuestra parte una y otra vez hemos sostenido, no solo en relación al
programa de Avellaneda, sino en cuanto se refiere a toda la actividad política
y a la obra de gobierno, la necesidad de someterlas al mas riguroso análisis autocrítico.
Y por cierto que lo hemos hecho y lo seguimos haciendo, implacablemente.
Para ello tenemos un método que asimismo aplicamos a la elaboración
de la estrategia y la táctica en cada momento histórico. ¿Es útil a la Nación?,
nos interrogamos y luego: ¿resulta realizable?,¿cómo?.
El programa seguía una tendencia, en alguna medida «socializante»
que tenía ya larga presencia en el «yrigoyenismo», especialmente remarcable en
las vísperas del golpe de septiembre de 1930. Por otra parte, influían en el ánimo
de los redactores de estos documentos, la abundante literatura de postguerra
consagrada a resolver doctrinariamente los problemas de la reconstrucción institucional
de los países ocupados. Por razones más que obvias en todas ellas campeaba el
dirigismo. Un autor que por entonces fue muy leído y seguido por algunos
hombres de Avellaneda, fue Harold Laski. Pero fuera de estas influencias ideológicas,
lo cierto es que la perspectiva de una tercera guerra o, al menos, del recrudecimiento
de la guerra fría, obligaba a pensar que las naciones jóvenes se encontrarían
ante la alternativa de satelizarse o replegarse sobre si mismas para construir
su futuro.
Fuente: Arturo Frondizi "Historia y Problematica de un Estadista" Su Actuacion en la UCR (1930-1957) Tomo III El Politico. Texto de Arturo Frondizi: "El Programa de Avellaneda" (1965)
No hay comentarios:
Publicar un comentario