Hoy, en Argentina, la figura del doctor Ricardo Balbín es la
del político por excelencia, heredero de una tradición en la que campean las
urnas, los comités, los discursos y --sin duda—un gran caudal de afecto por el país.
Suerte de presidente moral, a la curiosa manera de los equipos futbolísticos
especializados en segundos puestos, Balbín es, además, un verdadero caudillo,
un dirigente de talento, un hablador floripondioso y el iniciador de un estilo político
nuevo: la oposición dialoguista, sin rabias prefijadas, sin la obstaculización como
sistema. Un modo, tal vez, de evitar que la pizza nacional se queme en caóticos
fuegos.
Ejerciendo de facto una especie de co-gobierno, Balbín es un
enorme protagonista de este tiempo argentino cuya personalidad no ha sido en ningún
caso sondeado más allá de las rigideces de lo político y de lo circunstancial. Por
eso, este reportaje de José Gómez Fuentes, un especialista, constituye una
singular proeza periodística. Un Balbín con el que no nos ata compromiso de
ninguna clase, reveló del mismo modo que todavía hay en lo que suele llamar las
altas esferas de dirección, lugar la sonrisa y cierta capacidad para gambetear
a la solemnidad. El dialogo se produjo a bordo del coche del veterano radical
una tarde, no hace mucho.
¿Quién diablos dijo
que hacerles un reportaje a Ricardo Balbín en SATIRICÓN era una tarea
imposible? Yo estuve con Balbín, representando a esta infame publicación y he aquí
el resultado. El millón de argentinos (y algunos uruguayos) que transitan
mensualmente este engendro sabrán ahora y recién ahora, quien es en realidad
Ricardo Balbín.
Como a este cronista
no se le escapa que ha elaborado un espectacular éxito periodístico, convendrá
relatar el método usado en la emergencia.
Hace 30 días atrás accedí
al despacho de Balbín en el comité nacional partidario (un amplio salón, una
vieja mesa ministerial, catorce ceniceros y tres sillas) y le rogué se prestara
al interrogatorio.
Me respondió: “Hable con los amigos”. Encaré a uno de ellos y recibí esta respuesta: “Ahora, no. El doctor está esperando un llamado de Perón… y comprenderá que Perón es más importante que usted…”. Herida mi vanidad profesional (aunque que consciente de las distancias históricas que separan a Perón de uno), troté tras Balbín hasta Bariloche, en donde el líder radical entrevistó a sus correligionarios sureños, durante dos días. Volví al asalto y Balbín me paró, entre secote y pícaro: “¿Habló con los amigos?”. Dije que no y me lance sobre uno de los amigos: “No embrome, Gómez Fuentes, el doctor tiene que salir volando para Buenos Aires. Hay problemas en Córdoba y acaba de llamarlo Perón…” Esperé entonces que se fuera desarrollando el show institucional cordobés (superior a cualquiera de las locuras que llegó a imaginar SATIRICON) y me corrí hasta La Plata. Saludé a la esposa de Balbín, esperé cincho horas en su living, leí (ya que estaba) las “Memorias íntimas de la Revolución del Parque”, en seis tomos y al fin fui atendido: “Lo lamento amigo, pero me voy volando a Buenos Aires. Los dirigentes opositores vamos a reunirnos con Perón”.
Y entonces, harto de que el diálogo mayúsculo entre Perón y Balbín impidiera mi insobornable misión periodística, me introduje en el coche de Balbín (un Dodge Polara), desalojé de un empellón a su chofer y me lo traje “al civil mas importante de la tierra de los argentinos” por la maldita ruta La Plata-Buenos Aires.
Me respondió: “Hable con los amigos”. Encaré a uno de ellos y recibí esta respuesta: “Ahora, no. El doctor está esperando un llamado de Perón… y comprenderá que Perón es más importante que usted…”. Herida mi vanidad profesional (aunque que consciente de las distancias históricas que separan a Perón de uno), troté tras Balbín hasta Bariloche, en donde el líder radical entrevistó a sus correligionarios sureños, durante dos días. Volví al asalto y Balbín me paró, entre secote y pícaro: “¿Habló con los amigos?”. Dije que no y me lance sobre uno de los amigos: “No embrome, Gómez Fuentes, el doctor tiene que salir volando para Buenos Aires. Hay problemas en Córdoba y acaba de llamarlo Perón…” Esperé entonces que se fuera desarrollando el show institucional cordobés (superior a cualquiera de las locuras que llegó a imaginar SATIRICON) y me corrí hasta La Plata. Saludé a la esposa de Balbín, esperé cincho horas en su living, leí (ya que estaba) las “Memorias íntimas de la Revolución del Parque”, en seis tomos y al fin fui atendido: “Lo lamento amigo, pero me voy volando a Buenos Aires. Los dirigentes opositores vamos a reunirnos con Perón”.
Y entonces, harto de que el diálogo mayúsculo entre Perón y Balbín impidiera mi insobornable misión periodística, me introduje en el coche de Balbín (un Dodge Polara), desalojé de un empellón a su chofer y me lo traje “al civil mas importante de la tierra de los argentinos” por la maldita ruta La Plata-Buenos Aires.
En esas circunstancias
el diálogo entre Balbín y el mero Gómez Fuentes fue inevitable.
He aquí el diálogo.
EN GONNET
¿Para donde es este reportaje?
Para SATIRICON.
¿Para donde?
Para SATIRICON,
doctor…
Pero, ¡Gómez Fuentes! Siempre lo creí un hombre serio…
Sí, doctor, pero a
veces, uno, en fin…
¡Jamás leí SATIRICON!
Le advierto que se
trata de una revista que leen un millón de personas…
¿Y esto que indica? Conozco tonterías que pueden estar
apoyadas por mucha más gente.
¿Se refiere al
peronismo?
Si yo fuera el Balbín del 46 tal vez le hubiera respondido que si. Porque en la vida hay etapas para todo. Y por entonces yo era tirando a tonto…
Si yo fuera el Balbín del 46 tal vez le hubiera respondido que si. Porque en la vida hay etapas para todo. Y por entonces yo era tirando a tonto…
¿Y como era el Perón
de aquellos años?
Tan tonto, como yo…
Tan tonto, como yo…
Perón lee SATIRICON.
No le creo.
Créame, doctor. Nunca le he mentido. Un amigo de Solano Lima me jura que el General se evade, a veces, del trajín de gobernar, escuchando a Muñoz por radio y leyendo a SATIRICON…
Basta, Gómez Fuentes. ¡Y maneje con prudencia! ¡Le acepto lo
de SATIRICON pero no me obligue, además a escucharlo a Muñoz!
¿Y por que eludir las
cosas populares, doctor?
Porque soy fanático de Gimnasia y Esgrima, usted lo sabe. Y
Muñoz jamás se digna trasmitir un partido nuestro.
Hace pocos días trasmitió Huracán-Gimnasia…
Si. Y así nos fue.
EN FLORENCIO VARELA
Perón lo metió preso
muchas veces, doctor Balbín. ¿Se olvidó de esa época?
Yo me olvidé. Y Perón tuvo la fineza de olvidarse de algunas
de las barbaridades que yo le decía a él en aquellos años.
Entonces, Perón tenia
razón en meterlo preso…
No. Diría que esa actitud de Perón se correspondía con al
actitud de Perón por aquellos años. Luego, los dos cambiamos.
¿Por qué cambiaron?
Porque si seguíamos en lo que estábamos, usted no podría
escribir las tonterías que escribe en esa revista SATIRICONA…
SATIRICON, doctor
Bueno. Como se llame.
EN VILLA DOMINICO
Usted convendrá
conmigo, doctor Balbín en que su oratoria es muy especial…
Si. Ya sé. Soy un guitarrero…
Yo no diría un
guitarrero…
Dígalo, nomás ¡Pero le advierto, muchacho que en este idioma
o en cualquier otro idioma, jamás dije nunca una palabra que sirviera para que ningún
argentino matara a ningún argentino y jamás hablé con ningún gringo para
entregar ni una parcela de la soberanía nacional!
No me emocione,
doctor que estoy manejando yo y nos matamos en cualquier curva…
No se haga el cínico, que le sienta mal, Gómez Fuentes. Recuerdo
que en muchas tribunas usted iba a escucharme con empaque de periodista
profesional y terminaba lagrimeando como ahora y gritando ¡Dale Chino! ¡Dale chino!
¡No se ría que usted es punto mío!
A propósito, ¿Por qué
le dicen Chino doctor?
Maneje bien y no pregunte pavadas…
Posadas, el
troskista, dice que Perón lo usa a usted para conseguir entrar en el fabuloso
mercado de Mao… ¿Nunca reflexiono que el súbito cariño de Perón hacia usted
puede nacer de esa circunstancia?
Puede ser… Perón, a veces, es inescrutable pero, tampoco me molestaría.
Quiero servir al País de cualquier manera.
¿Qué se gana
sirviendo al País?
Dormir tranquilo.
¿Usted cree ser un
permanente perdedor?
¿A que altura estamos?
Cerca de Wilde,
doctor…
Pare el coche, si quiere, y pregúntele a cualquiera de estos
argentinos que andan en la calle si me creen un perdedor…
¡Perdón doctor! Me refería
a que por cuatro veces aspiró a la Presidencia y perdió siempre…
La política es seria, Gómez Fuentes. ¡Seria! El pueblo nunca
se equivoca. Aunque nos vote en contra.
EN AVELLANEDA
¿Cuál fue el momentos
más lindo de su vida, doctor?
El día en que mi novia admitió ser mi esposa.
¿Se le declaro en
estilo Balbín?
No. Éramos muy chicos. La invité a tomar un té, en La Plata,
y le dije que quería que me acompañara durante toda la vida. Y se lo tomó en
serio, usted sabe…
¿Y cual fue su peor
momento? ¿Ante esas derrotas electorales? ¿Cuándo entraba en la cárcel? ¿Cuándo
no podía salir de Olmos?...
No, no. Fue el día que Pairetti me trajo en auto desde Mar
del Plata a Buenos Aires en tres horas y media. ¡Que Bárbaro! Es un buen amigo,
¡pero no quiero verlo más en mi vida!
Me han contado que
usted es corajudo…
No soy corajudo. Lo que tengo es dignidad.
No soy corajudo. Lo que tengo es dignidad.
Bueno doctor, además de la dignidad, quiero decir una vez a
usted alguien le puso un revolver en el pecho y usted le decía ¡Tirá! ¡Tirá!
¡Si te animas, tirá! ¿Es cierto?
Es cierto. Ocurrió aquí en Avellaneda, o no, en Lanús. Si,
en Lanús. Recuerdo que Larralde me sacó de encima a aquel tarado de un sopapo…
Son cosas de este oficio. Nada más.
¿Qué lee doctor? ¿Cuál
es su libro de cabecera?
Los mensajes del doctor Yrigoyen al Congreso…
Es seguidor, doctor…
Si, seguidor. Y le recomiendo esa lectura a usted. Le va a
sacar muchos pájaros de la cabeza…
Si. Un chiste que
recuerde.
El otro día escuche uno… Un tipo quiere ganar de cualquier
manera en la ruleta, pero tiene mucha mala suerte. Entonces, desesperado, jugó
a todos los números. ¡Y salió amarillo el 37! (Balbín se ríe durante dos kilómetros)
¿Usted juega a la
ruleta?
Nunca. Aunque si, una vez jugué. Trescientos pesos en
Miramar, en el año 42. Perdí, naturalmente.
¿Qué países conoció,
doctor?
Ninguno, Jamás salí de la Argentina. Este es un País
grande y se necesita toda una vida para recorrerlo. Me siento joven porque todavía
quedan muchos pueblos a los que nunca visite. Pienso hacerlo.
¿Y usted supone que
hubiera sido un correcto Presidente sin haber salido nunca del País, sin
conocer otras tierras?
¿Qué tiene que ver una cosa con la otra? Los hijos, en mi
hogar, los tuvo mi esposa, pero a esta altura yo tengo una sospecha bastante
cercana de lo que debe ser los dolores del parto…
EN EL PUENTE PUEYRREDÓN
¿Por qué usó toda su
vida sacos cruzados, doctor?
No sé. No había reparado en el detalle…
Y en el detalle de
que cada vez que estamos juntos me fuma inevitablemente todos mis cigarrillos ¿había
reparado?
Tampoco. Soy distraído, a veces.
¿Le molesta que le
digan guitarrero…?
No. Soy un guitarrero vocacional. Una de mis pocas
frustraciones es no haber aprendido a tocar la guitarra. Me hubiera gustado de
alma. Es una pasión que comparto con la gente buena de mi tierra…
Ya llegamos, doctor. Todos eso que lo esperan, ¿son puntos suyos, doctor? Dicho sea esto con todo respeto.
Son argentinos.
¿Qué es un puntero, doctor?
Un amigo que tiene muchos amigos…
¿Y un punto?
Alguien como usted. Porque usted sabe, Gómez Fuentes, que
usted es un punto mío. Y ahora déjeme, déme las llaves del coche y ¡hasta
pronto! Y cuidado con publicar algo en esa SATIRICONA…
SATIRICON, doctor…
SATIRICON, doctor…
BRILLANTE!
ResponderEliminarLo conocí personalmente en La Falda, muy joven yo, lo admiré siempre, un gran orador,
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