Sr. Presidente
(Brasesco). — Tiene la palabra el señor senador por el Chaco.
Sr. León. — Creo
que la unidad de los pueblos latinoamericanos es el más antiguo ideal político
de nuestro continente.
Asomo esta vocación de unidad en los escritos de los
precursores de la independencia, quienes definían sus objetivos en la proclama
de dicha emancipación. De hecho, se practica en los ejércitos multinacionales
que nos dieron la Libertad: se prestaban los soldados entre si. Y alcanzo su definición
programática en el convite anfitrionico, que en alguna medida creo una doctrina
y una conciencia.
Se ha dicho aquí que estas aparecen postergadas, pero en su evaluación
están avanzando y creciendo. No creo que haya un latinoamericano que piense que
nuestros pueblos y naciones no deben ser independientes y que no advierta al mismo
tiempo que la viabilizacion de dicha independencia consiste en la integración
latinoamericana.
El tratado, que en alguna medida ya ha sido analizado aquí,
tiene los siguientes objetivos: la libre circulación de bienes, servicios y
factores productivos, la coordinación de las diversas políticas macroeconómicas
y sectoriales de los Estados que forman parte del tratado; un arancel externo común
con el objeto de lograr una mayor inserción competitiva de este espacio económico
regional; y todo lo que hace que nosotros podamos afirmar una unidad en el
marco del hemisferio, mejorar nuestro propio comercio„ acentuar los horizontes
que tenemos que salvar de las circunstancias tan criticas, de tanto
marginamiento y postergación que esta viviendo nuestra gente.
Alguna vez dije que la integración debe ser para América
latina el salario que alcance, los ejércitos al servicio y custodia de nuestra
democracia, terminar con la disputa intrascendente. Ya no sirve que Venezuela y
Colombia disputen sobre las reservas de petróleo en Maracaibo, ni que nosotros
y Chile o Perú y Ecuador disputemos por una montaña. En este sentido, creo que
este tratado es importantísimo, no como un fin en si mismo sino como la piedra
fundamental en una arquitectura distinta.
Quiero hablar de este problema en un intento de abrir la puerta
para una historia distinta para nuestra gente. Esto representa un avance hacia
la integración. Por eso me preocupa que mientras nosotros hacemos el Mercosur, México,
Venezuela y Colombia hablen de conformar un mercado entre ellos, el de
"los tres". Además, tenemos el Grupo de los Ocho, que ahora son doce,
la ALADI, la CELA y el BID, que también contribuyen a una idea de integración y
tiene en Buenos Aires un Instituto en tal sentido.
Tenemos que aprovechar esto que estamos aprendiendo; hay que
calentar los motores. El senador Menem nos hablaba del Parlamento Latinoamericano
como mecanismo de integración. Y el Parlamento Latinoamericano presento un
proyecto de Comunidad Económica Latinoamericana.
Tenemos que apurarnos para alcanzar este objetivo. Hay que actuar como una nación latinoamericana. Si no adoptamos una estrategia que nos de trascendencia internacional va a ser difícil, frente a las estrategias de los poderosos de nuestro tiempo, frente a las grandes concentraciones geoeconomicas y geoestratégicas, romper los moldes que están atando nuestro crecimiento. Si no rompemos la dependencia que significa la deuda externa va a ser difícil la integración. Será difícil resolver nuestros problemas si cada país aisladamente elabora su estrategia para tratarlos. Los problemas de la deuda, del narcotráfico y de la dependencia van a obligar a nuestras naciones a poner en práctica políticas coherentes para afrontar estos grandes desafíos en el contexto de una comunidad económica.
Tenemos que apurarnos para alcanzar este objetivo. Hay que actuar como una nación latinoamericana. Si no adoptamos una estrategia que nos de trascendencia internacional va a ser difícil, frente a las estrategias de los poderosos de nuestro tiempo, frente a las grandes concentraciones geoeconomicas y geoestratégicas, romper los moldes que están atando nuestro crecimiento. Si no rompemos la dependencia que significa la deuda externa va a ser difícil la integración. Será difícil resolver nuestros problemas si cada país aisladamente elabora su estrategia para tratarlos. Los problemas de la deuda, del narcotráfico y de la dependencia van a obligar a nuestras naciones a poner en práctica políticas coherentes para afrontar estos grandes desafíos en el contexto de una comunidad económica.
Los siete ricos han recibido al señor Gorbachev, hasta hace
unos días un adversario en un mundo marcado por la bipolaridad, y sin preámbulos
le han dicho que lo van a ayudar. Es decir, se mostraban dispuestos a ayudar a
quien había sido su enemigo, a quien había gastado dinero en armas en un mundo
con casi dos mil millones de seres humanos que pasan hambre. Frente a esto
tenemos que procurar que America latina se integre en función de una idea
planetaria distinta.
Creo que la comunidad va a permitir que America latina adquiera esos niveles de decisión. Pero esto sucederá en la medida en que actuemos, forjando una historia distinta y no en función de una circunstancia menor, de paso. Lo que hoy estamos haciendo es poner la piedra fundamental para una nueva historia en America latina. Hay que felicitar a los que trabajan hoy por esto y habrá que felicitar a quienes trabajen mañana. Habrá que procurar que los cuatro del Mercosur y los tres de la comunidad andina no terminen siendo mosaicos de colores distintos buscando y hablando de la integración pero cada uno custodiando el marco regional. Tenemos que ir hacia la comunidad.
Desde hoy dos grandes naciones como son la Argentina y el Brasil — y digo esto muy respetuosamente para con los otros países— han puesto en marcha esto que es saludable. Estoy convencido. Se trata de un tema que me apasiona porque se vincula con el drama de la dependencia, de nuestra pobreza dictada desde afuera y con el condicionamiento que carcome nuestras entrañas.
El ministro de Economía nos decía ayer que había que vender
las áreas centrales de petróleo en porcentajes superiores al 50 por ciento
porque debe reunirse una masa de dinero que permita una negociación externa que
tenga alguna posibilidad de éxito en el marco de una replanificacion de nuestro
endeudamiento. Es decir que las naciones aparecemos por ahí haciendo cosas que
no nos gustan nada porque las circunstancias aprietan.
Celebro la formación de este mercado que incluso nos coloca
a nosotros, como hombres del Chaco, en su centro. Para la Argentina es útil conectar
un mercado de características tan importantes como es el Brasil. Espero que los
empresarios y comerciantes no tengan hacia el Mercosur una pura actitud
mercantilista por la que solo quieran ganar dinero. Aquí nadie tiene solo que
ganar dinero sino que quienes deben ganar son nuestros países en cuanto a crecimiento,
desarrollo y comercio.
Todavía en America latina se importan cosas que nuestros países
producen abundantemente. Hace poco tiempo, en un hotel de Lima observe que la
manteca que servían era de Nueva Zelanda. Como si no pudiéramos exportar
manteca de la Argentina o de otro país latinoamericano.
El Mercosur me reconcilia con las grandes estrategias que
debemos seguir como nación para arribar a la integración de la que hablamos,
que no se si llegaremos a ver, pero debemos seguir
Luchando para que esta idea tan importante e inteligentemente
elaborada, y a la que hay que seguir puliendo, nos lleve a la Nación
latinoamericana.
Estoy convencido de que cuando America sea una sola muchas
de las voces que hoy se quejan de los dolores que nos irritan —la educación que
decae, la salud que se demora y políticas que nos amargan— van a silenciarse.
Tendremos finalmente el poder y la presencia de quien no tiene que pelear con
nadie y cuenta con jerarquía y respeto.
En el campo internacional vemos hoy que si no hay poder económico
no se atienden nuestros reclamos. America latina esta ligada continentalmente a
un país importantísimo como es Estados Unidos. Pero pareciera que hoy, en
muchos de los temas sobre los que podríamos discutir, como estamos mal y somos
pobres, un adversario es más comprendido que los amigos. Si fuéramos una
comunidad que pudiera dañar, tal vez nos defenderíamos mejor de aquellos que
nos dicen que son amigos pero dirigen las posibilidades de nuestra capitalización
haciendo ventas que incluso compiten con lo que nosotros hasta estacionalmente
podemos ofrecer.
Vamos, entonces, a esa gran Nación Latinoamericana que para
algunos deben ser los Estados Unidos del Sur, no para competir con los del
norte sino para evitar que los del norte nieguen muchas de las aspiraciones de
nuestra gente.
Ojala que el Mercosur se desarrolle y exprese este espíritu
y este sentimiento porque en la medida en que hagamos la interpretación de la búsqueda
del destino de nuestro propio pueblo, don el criterio que guío a nuestros
libertadores, conseguiremos la emancipación, la dignidad y la libertad. Nuestra
humilde vida política merece una página afirmativa en el trazado del mundo que
se va a vivir en tiempos de la victoria latinoamericana.
Fuente: Honorable Cámara de Senadores de la Nación Argentina.
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