Compatriotas:
El pueblo
de la ciudad de Buenos Aires esta reunido en este gran cabildo abierto de la ciudadanía
para testimoniar, una vez mas que la vieja bandera no ha humillado su paño y
sigue adelante encabezando las muchedumbres argentinas, ansiosas de tomar el
camino del orden y de revisar sus reivindicaciones, como consecuencia de un
proceso social madurado en el estudio y alejado de las improvisaciones que
perturban y diluyen los objetivos verdaderos, para rechazarlas por ruidos demagógicos,
cuya instancia final, es sin duda alguna el desengaño y la desilusión.
El mundo
entero es un ejemplo de lo que pueden las doctrinas disociadoras de la fe
cuando esparcen espejismos, encandilando como fuego de artificios, ideas que no
se sustentan en la tradición de libertad de los hombres y buscan, en cambio
atarlo a la maquina estatal, para articular sobre domesticados hombres la organización
que exterminara las conquistas del espíritu, para substituirlas por la
vanagloria de un bienestar material y pasajero. Yo no deseo, ni quiero, ni
aspiro para mi país semejante perspectiva.
Por su
parte, la UCR es la fuerza reguladora de la República.
Sin ella no
habrá tranquilidad, porque el radicalismo ha nutrido su ideario en las más puras
fuentes de la argentinidad y es el producto del feliz encuentro del pueblo con
su esperanza. Así pudo recogerse durante varias décadas en el más austero de
los recogimientos, desechando prebendas y cargos, y así pudo llegar al
gobierno, tras de haber cumplido una obra de decencia cívica que ya la historia
a justo titulo, ha inscripto en el haber de este cíclope de la democracia que
se llamara Hipólito Yrigoyen, mártir de las libertades argentinas, factor de su
pueblo y apóstol de una democracia que levanta la llama intacta de sus fuegos
sagrados en el altar de todos los argentinos, sin exclusiones de ninguna
naturaleza.
La
Republica necesita paz.
Desde 1930
vive en la inquietante incertidumbre de no encontrar el punto medio que se
traduzca en equilibrio de todos los sectores del país. Se han vivido días de
odios y persecución. Se asistió al vejamen diario de cosas sagradas para los
ciudadanos. Fueron desconocidos los derechos en una inútil tentativa de volver
atrás todo lo que el radicalismo había hecho en los distintos ordenes de la
vida nacional de tal modo que hoy la doctrina del gran partido sus postulados
esenciales y los hechos de sus hombres, constituyen una verdadera plataforma,
cuya realización exige la Nación entera, que después del ultraje ha comprendido
que la Unión Cívica Radical es un movimiento nacional que une las aspiraciones
de los hombres en el ideal común de una existencia mejor, basada en los valores
del espíritu, respetuoso de los demás y dedicada a mejorar sus posibilidades.
El comicio
del 7 de marzo tiene capital importancia, no por el simple hecho de un triunfo
electoral más. La importancia deriva de esa necesidad de paz que tiene el
pueblo argentino para desenvolverse en una sociedad orgánica, capaz de
concretar los sueños irrealizados todavía, de los próceres de mayo.
Entretanto
la Unión Cívica Radical cree todavía en las urnas y trata de no ver los
atropellos que a diario se registran, porque entiende que es necesario sufrir
todos los dolores y ver cerrados todos los caminos y sentirse azotados por
todas las injusticias antes de llegar al momento solemne y augusto de la
revolución libertadora, de la sangre generosa y de la juventud pereciendo en el
cantón o en la trinchera, soñando en la patria de mañana en las que no podrán
contemplar sus ojos.
Y todo lo
que ha quedado trunco en 1930 tendrá que ser realizado por el radicalismo en
cuyo seno convergen todas las corrientes del pensamiento argentino para
transformarse en la alta inspiración del bien común.
Mientras
tanto, el 7 de marzo tiene una gran trascendencia.
Yo invoco
los manes de los constructores del partido. Yo evoco en el rumor multitudinario
de esta asamblea a Leandro Alem a Hipólito Yrigoyen a Marcelo T. de Alvear para
que como siempre, sean las banderas jubilosas del triunfo flameando sobre el
anhelo de una vida mejor.
Yo no
quiero dejar esta tribuna sin rendirle homenaje a la heroica avanzada
parlamentaria del radicalismo y a Amadeo Sabattini aquí presente, ejemplar
gobernador de la docta Córdoba, de mi juventud combativa que trae de la gran
provincia mediterránea el allento monitor para esta nueva gran batalla de la ciudadanía;
y a los profesores separados de sus cátedras con agravio de la cultura
nacional, y a los estudiantes de la indómita generación de 45 que revivieron
las mejores tradiciones de la juventud argentina.
Fuente: Diario El Litoral 28 de febrero de 1948
No hay comentarios:
Publicar un comentario