Comparto los conceptos en lo que se refiere a la necesidad
de promover un poderoso movimiento de unidad radical que, superando todos los
prejuicios del pasado inmediato, permita reconstruir una UCR sin aditamentos
capaz de salvar a la República de los graves peligros que la acechan,
asegurando la plena vigencia de nuestra democracia representativa republicana,
como instrumento idóneo para conducir la Argentina a su gran destino.
Esas preocupaciones no han sido ajenas a su espíritu ni al
de los integrantes del comité nacional, que me honro de integrar y que con
tanto sacrificio y grandeza de espíritu preside Ricardo Balbín.
Usted no debe ignorar, y todo el país lo sabe que en el
plenario del comité nacional celebrado el 14 de octubre de 1964, es decir con
bastante antelación a los comicios de marzo del corriente año, y por lo tanto
sin tener en cuenta los resultados de dicha compulsa cívica, presente un
proyecto de amnistía amplia para todos los sancionados y de reincorporación
para todos los que hasta 1957 militaron en la UCR sin aditamentos y que al
producirse la división del partido no se reinscribieron en la UCR del Pueblo,
los que debían ser invitados a hacerlo con todos los derechos y prerrogativas
que tenían en 1957.
El Comité Nacional había girado mi proyecto a la convención
nacional, que no existe en la UCR del Pueblo espíritu de revanchismo,
mezquindad ni propósitos de predominio político, en ninguno de los hombres
encargados de la conducción y que todos los integrantes del comité nacional,
pensando en el país por sobre nosotros mismos y por sobre nuestra agrupación política
tenemos el corazón abierto y la mano tendida a todos los hombres de buena
voluntad que compartiendo nuestras banderas de acción política quieran
colaborar al esfuerzo por servir a la Nación.
Pero hay algo mas importante aún a mi juicio, y es que los
sectores democráticos del país busquemos puntos de coincidencia que faciliten y
aseguren el afianzamiento de la democracia y de las instituciones fundamentales
del país, conservando cada uno su individualidad propia. Si el país llega a
marzo de 1967, en el estado de espíritu crudamente electoralista en que se
encuentra actualmente las agrupaciones políticas, la democracia y la República
tendrán sus días contados. Todo esto nos indica que es la hora de que los
argentinos olvidemos el pasado y abramos fuertemente los brazos.
Si así no fuera, ojala que no lo sea, y que las
instituciones democráticas y la forma republicana de gobierno se encuentren
definitivamente consolidadas, existen problemas económicos y sociales que
requieren para su solución inmediata por sobre todos los esfuerzos que pueda
realizar el gobierno, la comprensión de todo los sectores de la vida nacional. Bastaría
con destacar para no referirme mas que a uno de los problemas que afligen al
pueblo argentino y que no puede ser resueltos por el gobierno por si solo, el
candente problema de la inflación. La inflación no podría ser resuelta ni con
medidas monetarias, ni con medidas estructurales exclusivamente, si no se concreta
un pacto social, según las experiencias más recientes de países como Estados
Unidos, Inglaterra, Dinamarca, etc. Que haga que los sectores del capital y
trabajo lleguen a un entendimiento para fijación de precios y para afianzar la
productividad.
La circunstancia de estar las fuerzas políticas argentinas
juzgando la economía del país con un sentido político y no técnico, nos atrasa
el logro de las soluciones que el porvenir de la Republica reclama cada día más
imperiosamente. Yo tengo la seguridad de que hay buena fe y patriotismo en los
hombres públicos que militan y conducen las fuerzas políticas argentinas y
puedo asegurarle que ello ocurre sin excepción en el comité nacional de la UCR
del Pueblo.
Fuente: Carta Politica al Gobernador de Córdoba Dr. Justo Paez Molina, (21 de mayo de 1965)
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