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viernes, 16 de agosto de 2013

Amadeo Sabattini: "Renuncia al Ministerio de Gobierno" (31 de Mayo 1929)

Honorable Legislatura:

Cumpliendo una disposición constitucional, presento a consideración de V. H. los negocios del Departamento a mi cargo que se han desenvuelto dentro de la regularidad funcional que exigen los poderes gubernamentales en su doble aspecto político y administrativo, sin tener otro fundamento generador que el de una respetuosa interpretación de la dinámica institucional e ideológica que se virtualiza in intensu por la acción preponderante del Estado.

El panorama político de la provincia, al iniciarse la actual administración era sin duda alguna inquietante. La realidad acusaba una lamentable desvirtuación de elementales principios de civilidad, tanto más precisos y fecundos cuanto que constituyen la piedra angular de la verdadera eficiencia de las democracias modernas. Ejemplos reiterados se habían encargado de evidenciar hasta qué punto y de qué manera extrema, el imperio de las instituciones estaba sojuzgado a los egoísmos, conveniencias de grupos o partidos que se declaraban celosamente defensores de esos gobiernos, en el logro de cuyas administraciones encontraban la fuente ideal de sus inspiraciones y la norma indefectible de sus actos.

Comprobadas irregularidades y excesos, explícitamente calificados en la letra de los códigos; fue necesario establecer, reclamada por el imperio de una concepción de justicia las responsabilidades consiguientes en defensa de los intereses de la comunidad y en cumplimiento de las prescripciones legales que emergen de las funciones a mi cargo.

El proceso de revisión, demostró elocuentemente como esos elementos actuaron o se desempeñaron en la faz moral de sus funciones y en modo especialísimo en las inversiones de fondos que corrieron a su cargo. Dos defectos de ética gubernamental, el uno y de significación económica el otro, ambos igualmente imprescindibles para asegurar un mecanismo ordenado en la órbita de los intereses colectivos.

La Cárcel Penitenciaria, Registro Civil, Caja Popular de Ahorros, Oficina de suministros y maestranza, Administración de casas para obreros, etc., fueron víctimas de robos perpetrados por sus jefes y empleados o por sus elementos políticos.

Ni tolerancia por razones puramente sentimentales o que se deriven de una magnanimidad mal entendida, ni extremosidades que rayen en la persecutoria para satisfacer una malsana política, a la Justicia fueron pasadas todas las actuaciones administrativas y a Su Majestad queda librada la última palabra, en el concepto de que no pueden terminar así estas cuestiones de evidente trascendencia moralizadora.

De otro modo se dejaría en la impunidad actos de todo punto de vista condenables, lo que equivaldría a estimular a los funcionarios para la comisión de hechos irregulares, en perjuicio de los intereses morales del Estado y del pueblo.

La experiencia de largos años de oposición combatiendo períodos administrativos pródigos en desacuerdos, deja la indiscutible convicción de la eficacia del valor moral del hombre en las actividades inherentes a las funciones colectivas. No se podría entonces, para combatir esos excesos aceptar la colaboración de los mismos empleados que habían cometido o contemplado impasibles la comisión de delitos. Hubiera sido como sembrar una semilla sobre roca estéril y su simiente perdida en el yermo infecundo. Hombres de un partido político que nunca necesitó el puesto público porque gobernó con toda eficiencia desde el llano, cuando los comicios encontrabanse cerrados para sus derechos, habían sacrificado todo lo que humanamente es dable ceder; perseguidos, encarnecidos, con hambre en sus hogares, porque la baja pasión política los acechaba en todos los órdenes de las actividades honestas, a fuerza de coraje, de sacrificios cruentos, lograron al cabo de una enorme acción, devolver el gobierno a quien era elegido del pueblo; y hoy como ayer teniendo derechos adquiridos, no piden puestos ni se agitan.

Unos han ido a las posiciones públicas sin pretensiones donde su espíritu abnegado y democrático les ha impuesto quizás un sacrificio más; los otros permanecen con el ojo visor, celosos guardianes de los principios partidarios.

La confianza conseguida, arraigada con la observancia de estrictos principios de moral, impuestos, ha cambiado fundamentalmente en un año de gobierno; la fisonomía administrativa de las dependencias cuya superintendencia ejercí marcando una nueva era caracterizada por la renovación profunda de la ética, la ideología y los procedimientos de las respectivas funciones.

La indolente burocracia que impone el laissez faire, laissez passer, como principio de la función gubernamental, limitándose a dejar correr las cosas por donde la suerte les abriera cauce, reaccionando sólo al acicate de un bajo interés electoral o por un incentivo venal de alguna influencia cuya mora más vale no calificar, ha desaparecido totalmente.

Pero el empleado público perteneciente a un núcleo social requiere como todo gremio una especial política orientada de acuerdo con sus intereses generales e inmediatos.

Todos los gremios tienen, cual más, cual menos, enarbolada una bandera de defensa al empleado público; por razones de ética y de administración no le será permitido ese legítimo derecho adquirido en una de las más hermosas conquistas del pueblo trabajador.

Los sueldos y salarios de los humildes servidores del Estado eran verdaderos salarios de hambre... El costo actual de los consumos de primera necesidad hacía imposible la vida con los emolumentos citados ya que no hubiera podido siquiera pagar el alquiler de la vivienda para el hogar.

Pese a la situación nada propicia de las finanzas provinciales, fue consagrada la salvadora y humanitaria solución en la ley de presupuesto vigente elevando el sueldo mínimo a ciento cuarenta pesos.
Estas dos sagradas instituciones que en toda sociedad civilizada, la conciencia colectiva les prodiga un austero respeto; la primera valiente y abnegada prodiga su sangre y su vida en la custodia de los intereses colectivos. Los segundos se van forjando con bondad, constancia e inteligencia los futuros ciudadanos del mañana.


Amadeo Sabattini, 31 de Mayo 1929












Fuente: Memoria elevada a la Legislatura Provincial de Córdoba por la Renuncia al Ministerio de Gobierno" (31 de Mayo 1929)

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