Sr. Presidente (Guardo). - Tiene la palabra el señor diputado por Buenos Aires.
Sr. Balbín. - No está determinado, señor presidente dentro de las normas del reglamento el trámite de esta disposición del artículo 165. Pero cuando un señor diputado solicita, y la Cámara acuerda, en los términos en que lo ha hecho el señor diputado por Córdoba, corresponde a quien lo ha solicitado decir alguna cosa.
En primer lugar, agradecer la cortesía de la Cámara. Y en segundo lugar significar que la petición de mi bloque no va dirigida a sostener caprichosamente un dictamen que ha redactado y que ha sido rechazado.
Cuando en un país se debaten estas serias cuestiones. que traen un poco de emoción al instante de votar, ellas tienen un sentido de orientación: resuelven un problema, pero marcan una línea de futuro.
La casualidad ha hecho que estos pocos hombres que estamos en la Cámara representemos a un tradicional partido argentino. Estamos extraordinariamente orgullosos de su pasado, vivimos con profunda intensidad su presente y deseamos dejarlo a los hombres que seguirán nuestra bandera, con conductas claras y con consignas rectas.
No es caprichosa la abstención de nuestro voto. Tiene un sentido político el despacho que sostiene esta minoría. Queremos no malograr ese sentido político que, para nosotros, que ya vivimos los acontecimientos, carecería un poco de importancia, pero la tiene dentro del profundo amor que sentimos para lo que ha de ser el glorioso futuro de mi partido. Pero ha dicho esta agrupación, que es minoría en la Cámara, que condiciona esta petición a un compromiso.
Si el azar de una circunstancia -porque yo no penetro en la voluntad ni en la intención de ninguno de los señores diputados- hiciera que el voto fuera adverso a la ratificación de estos documentos de tipo internacional; puede tener la Cámara la seguridad y el Ejecutivo la confianza de que nosotros votaríamos otra vez, y votaríamos por la aprobación.
Se despersonalizan los Ejecutivos para nosotros: pierden la distancia los nombres y los hombres; adquiere extraordinaria jerarquía la República. Si el Poder Ejecutivo necesita estas actas para seguir el ritmo de nuestras relaciones internacionales, debe tenerlas, porque le incumbe la responsabilidad de la conducción de nuestras relaciones internacionales. Negárselas por el azar de una votación, importaría manear a la República; y sería suicida cometer un acto que podría traer, a su juicio, tan serias y graves consecuencias. (¡Muy bien! ¡Muy bien!)
Señor presidente: Todos hemos hablado con profunda convicción. Yo creo, señor ministro de Relaciones Exteriores, que esta noche y mañana no han sido perdidas para la República. Tiene el Poder Ejecutivo, que se ha hecho presente en el recinto, tomado el pulso al país, porque han hablado los representantes de la República.
Todos han dicho su palabra, unos con una extraordinaria elocuencia; otros con alguna torpeza de lenguaje. Algunos se excedieron en sus palabras; y yo me alegro. Hay que excederse un poco cuando se habla del futuro de la Nación. Eso demuestra, señores representantes del Poder Ejecutivo, que hay coraje y hay hombría, que hay valor civil en los hombres de este país. El señor ministro de Guerra y el señor ministro de Marina pueden vivir tranquilos porque, cuando los pueblos muestran que tienen valor civil -cualquiera sea el origen del conscripto--, ellos serán grandes soldados para la República. (¡Muy bien! Aplausos.)Es una posición de patria. Todos los diputados tienen posición de patria; y las patrias son el entrechocar de las ideas. Triunfa en una auténtica democracia la mayoría de las ideas, que es la mayoría de los hombres en un país libre.
Es la primera vez, señores ministros, que el Poder Ejecutivo recibe físicamente el contacto con este partido que es de férrea oposición al gobierno, porque es un estado de opinión en la República. Pero cuando una minoría se comporta como ésta, que legisla todos los días para proveer de leyes al Poder Ejecutivo, que combate decididamente cuando una minoría cierra su convicción ante la posibilidad de un voto adverso para hacerse un nudo en el corazón y darle el requerido instrumento a la República, yo reclamo el derecho de decir que todos estamos labrando el porvenir venturoso de esta patria. (¡Muy bien! ¡Muy bien! Aplausos prolongados. Varios señores diputados rodean y felicitan al orador.)
En primer lugar, agradecer la cortesía de la Cámara. Y en segundo lugar significar que la petición de mi bloque no va dirigida a sostener caprichosamente un dictamen que ha redactado y que ha sido rechazado.
Cuando en un país se debaten estas serias cuestiones. que traen un poco de emoción al instante de votar, ellas tienen un sentido de orientación: resuelven un problema, pero marcan una línea de futuro.
La casualidad ha hecho que estos pocos hombres que estamos en la Cámara representemos a un tradicional partido argentino. Estamos extraordinariamente orgullosos de su pasado, vivimos con profunda intensidad su presente y deseamos dejarlo a los hombres que seguirán nuestra bandera, con conductas claras y con consignas rectas.
No es caprichosa la abstención de nuestro voto. Tiene un sentido político el despacho que sostiene esta minoría. Queremos no malograr ese sentido político que, para nosotros, que ya vivimos los acontecimientos, carecería un poco de importancia, pero la tiene dentro del profundo amor que sentimos para lo que ha de ser el glorioso futuro de mi partido. Pero ha dicho esta agrupación, que es minoría en la Cámara, que condiciona esta petición a un compromiso.
Si el azar de una circunstancia -porque yo no penetro en la voluntad ni en la intención de ninguno de los señores diputados- hiciera que el voto fuera adverso a la ratificación de estos documentos de tipo internacional; puede tener la Cámara la seguridad y el Ejecutivo la confianza de que nosotros votaríamos otra vez, y votaríamos por la aprobación.
Se despersonalizan los Ejecutivos para nosotros: pierden la distancia los nombres y los hombres; adquiere extraordinaria jerarquía la República. Si el Poder Ejecutivo necesita estas actas para seguir el ritmo de nuestras relaciones internacionales, debe tenerlas, porque le incumbe la responsabilidad de la conducción de nuestras relaciones internacionales. Negárselas por el azar de una votación, importaría manear a la República; y sería suicida cometer un acto que podría traer, a su juicio, tan serias y graves consecuencias. (¡Muy bien! ¡Muy bien!)
Señor presidente: Todos hemos hablado con profunda convicción. Yo creo, señor ministro de Relaciones Exteriores, que esta noche y mañana no han sido perdidas para la República. Tiene el Poder Ejecutivo, que se ha hecho presente en el recinto, tomado el pulso al país, porque han hablado los representantes de la República.
Todos han dicho su palabra, unos con una extraordinaria elocuencia; otros con alguna torpeza de lenguaje. Algunos se excedieron en sus palabras; y yo me alegro. Hay que excederse un poco cuando se habla del futuro de la Nación. Eso demuestra, señores representantes del Poder Ejecutivo, que hay coraje y hay hombría, que hay valor civil en los hombres de este país. El señor ministro de Guerra y el señor ministro de Marina pueden vivir tranquilos porque, cuando los pueblos muestran que tienen valor civil -cualquiera sea el origen del conscripto--, ellos serán grandes soldados para la República. (¡Muy bien! Aplausos.)Es una posición de patria. Todos los diputados tienen posición de patria; y las patrias son el entrechocar de las ideas. Triunfa en una auténtica democracia la mayoría de las ideas, que es la mayoría de los hombres en un país libre.
Es la primera vez, señores ministros, que el Poder Ejecutivo recibe físicamente el contacto con este partido que es de férrea oposición al gobierno, porque es un estado de opinión en la República. Pero cuando una minoría se comporta como ésta, que legisla todos los días para proveer de leyes al Poder Ejecutivo, que combate decididamente cuando una minoría cierra su convicción ante la posibilidad de un voto adverso para hacerse un nudo en el corazón y darle el requerido instrumento a la República, yo reclamo el derecho de decir que todos estamos labrando el porvenir venturoso de esta patria. (¡Muy bien! ¡Muy bien! Aplausos prolongados. Varios señores diputados rodean y felicitan al orador.)
Fuente: Diario de Sesiones HCD - 28 de agosto de 1946 Tomo III - págs. 461 a 462
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