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miércoles, 10 de octubre de 2012

Gabriel del Mazo: "Meditación en el Día de la Raza Americana" (12 de octubre de 1940)

La expresión Raza, es formula espiritual; símbolo que encierra la definición de América en su deber histórico. Un proceso instaurado en el corazón de nuestras gentes, que ya se reanuda en el piano de la conciencia, recreara con signo americano, la idea de Raza, cargada de errores. Raza no es fatalidad somática ni expresión material; es obligación de una estirpe de libertarse y libertar; emblema de afiliación al linaje humano en su historia. Si América acuna la esperanza milenaria de la especie, dará libertad a cambio de estigma implacable. En sustancia de espíritu quedara resuelta la pretensión no derrotada de arrebatar al hombre su alma. La fuerza y lo que es peor, la impunidad, carece de autoridad para dictar, en carácter de civilización, sus leyes descaradas. Si una civilización abandona los valores éticos, lo que queda es basura, lodo. En el ideal del hombre humano, América desplegara una milicia capaz de aventar con fuerza pura, los males y aberraciones de un tipo de vida basado en lo momentáneo y deleznable.

Con Libertad no ofende ni teme. Y si el Viejo Mundo carece ya de magisterio, es el Nuevo que debe decir su nombre y asumir su propia docencia. Las fuerzas del juego exterior transaran, ellas, con una realidad americana insurgente y afirmativa, cuando se la construya fuerte en el cuerpo y humana en el espíritu. Y nuestra producción material será para los demás tan necesarias en el trueque, como imprescindibles nuestros bienes morales para alimentar la esperanza del mundo.

La humanidad esta sufriente y despedazada, y el ansia de justicia buscan la tierra prometida. La matanza no puede estar en nuestro orbe, y la gran misión de América es crear las condiciones de intervenir no en la guerra, sino en la paz del mundo. América bien entiende el drama lacerante de la soledad del hombre europeo, arrastrando su corazón en el barro, porque América tuvo y tiene su martirio; y no una, sino inacabables guerras de siglos mordieron su carne; y en soledad y escarnecidas estuvieron sus gentes como mercancía colonial. Más, una universalidad de Nuevo Mundo la capacita y la sobrepone, para discriminar la justicia o la fatalidad de cada hombre contendiente en la guerra de Europa. El imperialismo que perturba el mundo, es una maquina ciega que obra conforme a sus necesidades, para las que el hombre y su espíritu son solo útiles de servicio. No podría jamás atender razones éticas, ni tampoco los hombres maquinizados que son sus piezas, ni aun las fuerzas sociales o los Estados que al ceder se incluyen en su engranaje. Y no hay alternativa hoy para la pobre monada humana, en una nueva crisis de sangre, que no sea la de medir su pequeñez, sin embargo sustancia de divino. Pero si el hombre queda consigo mismo sin evasión posible; si el hombre queda en comunión con el hombre, esta forzado a encontrar en ese insto y único ámbito de refugio, su salvación. Tal vez se de el milagro de que nazca con esa raíz, la gloria y redención de un renacimiento.

América debe prepararse en la unión de sus pueblos, para defender su patrimonio moral y material del posible desborde de unos y otros conquistadores. Debe también, en el espíritu del Pueblo, asumir una reconcentración de hondura que le permita en nueva conciencia, erigir las grandes bases de la Nación aún no nacida. Luchara contra el prejuicio de inferioridad con que hemos sido educados, que señala nuestras condiciones de vida como un fatalismo ineluctable, que atañe a nosotros y no a lo que constriñe. América debe librar su cuerpo del sometimiento y su espíritu de los venenos prevadidos, para rehacer aquí la Gracia y distribuir fortuna de Alegría. Su Filosofía comenzará en conocerse; su Política desplegara una pedagogía del Pueblo como persona de autoridad; su Moral ayudara el ascender con respeto humano, desde la necesidad hasta el verbo; hasta toda creación. Es en la fe profunda en lo popular nacional y en lo popular continental donde esta nuestro rumbo cierto y digno, donde están todas las iluminaciones de nuestra salvación.

¿Que es entonces la Raza en América?  Raza en América es una de las rectificaciones fundamentales que este mundo Ande-americano hará a los otros mundos. Raza no puede ser aquí "raya", frontera de agresión (por bárbaro y frívolo deslinde). Raza es, si, raya de hilo; tejido, en acepción de malla; fibra como esta en nuestra lengua—; hebra, del enhebrar solidario de una misma comunidad, trenzando sueño de futuro.

Su  raíz esta en el hombre, dignidad en el seno del Pueblo. ¿Y donde esta la raíz del hombre que no sea en el hombre mismo? Raza es contenido multanime de un grande y único Pueblo-Continente, nuestro y típico. Raza es luz del alma aposentada sobre la carne humana, india, blanca, mora, negra, que ha ido conjugando migraciones, lluvias, mares, fuego, aire y sol de los días. Y por esta síntesis, Raza es creación que busca encanto es el Espíritu del Pueblo, perfumada flor aun enterrada.

Sí. La fuerza de América es el espíritu de su Pueblo; y he tardado en decir por que el cultivo del espíritu de su Pueblo, porque la cultura de la Raza americana, tiene un futuro inmenso. Y es, porque en la ética de ese Pueblo, de esa Raza, la valoración mas alta no es el saber, no es la ciencia, no es la técnica; menos la riqueza o el poderío: es la conducta; es el ser hombre. Nuestros pueblos además, son todavía Pueblos; que a pesar  en su impuesta vida apócrifa, a pesar de la sumisión  a la libre técnica o al vivir regimentado, poseen vivas vertientes. Valor, no es  para nuestras gentes, cierta pacotilla material llamarse civilización. Nuestro pueblo- pueblo, pertenece a un linaje emocional, sobre el que la civilización material cometió muerte y distorsión, pero no triunfó. Y nuestras gentes tienen eticidad igualitaria; de donde nuestro profundo sentimiento democratizo. Todos los hombres pertenecen al Pueblo: participan del Pueblo como unidad de justicia. Solo esta orientación que parte de la personalidad humana y a la vez la erige en fin; sólo este sentido que cuida de los medios porque son formatos; sólo esta doctrina que no invierte los fines del Estado; solo esta concepción social y moral de profundidad, no de superficie, es hoy una latente respuesta a la ansiedad humana.

Lo democrático no es en América pura opción intelectual: es un estado del alma: una categoría religiosa. Le es connatural: esta en su entraña. Nadie que no sea un profeso de la libertad, es un americano. Y todo país, todo hombre que vulnera tal condición, dejaría de pertenecer al Nuevo Mundo.

Como la Patria es situación de alma, y el Pueblo el único patriciado, la moral política se anima y objetiva en la consideración del Pueblo como ser histórico, del mismo modo que se encarna en lo personal, como valoración ética en que late toda la mística humana. Cuéntese que la Democracia no es cosa cumplida, ni ha podido serlo en lugar alguno para medrar en su nombre. La Democracia es el proceso milenario del hombre por integrarse. Es el método que necesita su vida total para desplegarse. Es el nombre de la dignidad humana que va propugnando sistemas sociales conforme a la experiencia secular y a las sucesivas alturas de los tiempos. Y ese proceso es inmortal, no solo porque la Democracia confiere a cada promoción el derecho de construir con su cabeza y con sus manos una sociedad mejor sino porque; solo la Democracia es en la vida social un sistema que concede al hombre corazón.

Cuando vinieron los conquistadores españoles, quedaron impresionados porque los indígenas se alimentaban de raíces; insuperables alimentos brotados, como la vida, de la tierra. La tierra es el tópico intense* de afirmación telúrica que nutre el espíritu de una Raza. Expresión de profundidad y de serenidad, seguirá venciendo, conjugando, transformando, con raíces del suelo y cielo, el espíritu del hombre americano, hijo de la tierra en la sangre a través de los tiempos. ES el espíritu territorial que da alimento a las razas y a las culturas. Nacidas en su tierra, América dio las vitaminas alimentarias al mundo y a Europa, apareciéndose mágica en el camino de las especias, que era la senda para que no se pudriera la carne. Pero también América dió alimento de esperanza, que levantó sobre las proas mareantes, como surgidas de las aguas, las estrellas del Crucero: los brazos en cruz de la ya presentida redención nueva:

“ e vidi quattro stelle non viste mai,

fuor ch'alla prima gente..."

"o settentrional veaovo sito, poi che privato se di mirar quelle!..."

Purgatorio (I, 23-27).

Preñada viene América de esperanza sagrada de integridad humana y universalidad histórica. Por eso ha tornado para su Raza, de todas las razas de su vida. Su Mito es que el Mundo Nuevo de Raza Nueva amparada por cuatro estrellas. Cantemos su destino, que el cantar conjuga la voluntad, la marcha y el vuelo.


Una pregunta ha sido hecha, ¿Que es lo que lleva a los pájaros en vuelo, como si uno solo fueran? Ligados por el cuerpo, ala con ala, (como nuestros pueblos, cuyo Espíritu será América en alas); ligados por el cuerpo, no bastaría para volar unidos. Y una respuesta ha sido dada: lo que les lleva en vuelo, y rumbo, es eminencia y rumbo, el canto. A nuestros pueblos unirá  en el ascender  y andar en vuelo, cuerpo y canto. Pero sepamos que es el Canto quien animando, conduce, transporta, rima.












Fuente: "Meditación en el Día de la Raza Americana" por el Ingeniero Gabriel del Mazo en Reforma Universitaria y Cultura Nacional de Gabriel del Mazo, Editorial Raigal, 1955.

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