La expresión Raza, es formula espiritual; símbolo que
encierra la definición de América en su deber histórico. Un proceso instaurado
en el corazón de nuestras gentes, que ya se reanuda en el piano de la
conciencia, recreara con signo americano, la idea de Raza, cargada de errores.
Raza no es fatalidad somática ni expresión material; es obligación de una
estirpe de libertarse y libertar; emblema de afiliación al linaje humano en su
historia. Si América acuna la esperanza milenaria de la especie, dará libertad
a cambio de estigma implacable. En sustancia de espíritu quedara resuelta la
pretensión no derrotada de arrebatar al hombre su alma. La fuerza y lo que es
peor, la impunidad, carece de autoridad para dictar, en carácter de
civilización, sus leyes descaradas. Si una civilización abandona los valores
éticos, lo que queda es basura, lodo. En el ideal del hombre humano, América
desplegara una milicia capaz de aventar con fuerza pura, los males y
aberraciones de un tipo de vida basado en lo momentáneo y deleznable.
Con Libertad no ofende ni teme. Y si el Viejo Mundo carece
ya de magisterio, es el Nuevo que debe decir su nombre y asumir su propia
docencia. Las fuerzas del juego exterior transaran, ellas, con una realidad
americana insurgente y afirmativa, cuando se la construya fuerte en el cuerpo y
humana en el espíritu. Y nuestra producción material será para los demás tan
necesarias en el trueque, como imprescindibles nuestros bienes morales para
alimentar la esperanza del mundo.
La humanidad esta sufriente y despedazada, y el ansia de
justicia buscan la tierra prometida. La matanza no puede estar en nuestro orbe,
y la gran misión de América es crear las condiciones de intervenir no en la
guerra, sino en la paz del mundo. América bien entiende el drama lacerante de
la soledad del hombre europeo, arrastrando su corazón en el barro, porque
América tuvo y tiene su martirio; y no una, sino inacabables guerras de siglos
mordieron su carne; y en soledad y escarnecidas estuvieron sus gentes como
mercancía colonial. Más, una universalidad de Nuevo Mundo la capacita y la
sobrepone, para discriminar la justicia o la fatalidad de cada hombre
contendiente en la guerra de Europa. El imperialismo que perturba el mundo, es
una maquina ciega que obra conforme a sus necesidades, para las que el hombre y
su espíritu son solo útiles de servicio. No podría jamás atender razones
éticas, ni tampoco los hombres maquinizados que son sus piezas, ni aun las
fuerzas sociales o los Estados que al ceder se incluyen en su engranaje. Y no hay
alternativa hoy para la pobre monada humana, en una nueva crisis de sangre, que
no sea la de medir su pequeñez, sin embargo sustancia de divino. Pero si el
hombre queda consigo mismo sin evasión posible; si el hombre queda en comunión
con el hombre, esta forzado a encontrar en ese insto y único ámbito de refugio,
su salvación. Tal vez se de el milagro de que nazca con esa raíz, la gloria y
redención de un renacimiento.
América debe prepararse en la unión de sus pueblos, para
defender su patrimonio moral y material del posible desborde de unos y otros
conquistadores. Debe también, en el espíritu del Pueblo, asumir una
reconcentración de hondura que le permita en nueva conciencia, erigir las
grandes bases de la Nación aún no nacida. Luchara contra el prejuicio de
inferioridad con que hemos sido educados, que señala nuestras condiciones de
vida como un fatalismo ineluctable, que atañe a nosotros y no a lo que
constriñe. América debe librar su cuerpo del sometimiento y su espíritu de los
venenos prevadidos, para rehacer aquí la Gracia y distribuir fortuna de
Alegría. Su Filosofía comenzará en conocerse; su Política desplegara una
pedagogía del Pueblo como persona de autoridad; su Moral ayudara el ascender
con respeto humano, desde la necesidad hasta el verbo; hasta toda creación. Es
en la fe profunda en lo popular nacional y en lo popular continental donde esta
nuestro rumbo cierto y digno, donde están todas las iluminaciones de nuestra
salvación.
¿Que es entonces la Raza en América? Raza en América es una de las rectificaciones
fundamentales que este mundo Ande-americano hará a los otros mundos. Raza no
puede ser aquí "raya", frontera de agresión (por bárbaro y frívolo
deslinde). Raza es, si, raya de hilo; tejido, en acepción de malla; fibra como
esta en nuestra lengua—; hebra, del enhebrar solidario de una misma comunidad,
trenzando sueño de futuro.
Su raíz esta en el
hombre, dignidad en el seno del Pueblo. ¿Y donde esta la raíz del hombre que no
sea en el hombre mismo? Raza es contenido multanime de un grande y único
Pueblo-Continente, nuestro y típico. Raza es luz del alma aposentada sobre la
carne humana, india, blanca, mora, negra, que ha ido conjugando migraciones,
lluvias, mares, fuego, aire y sol de los días. Y por esta síntesis, Raza es
creación que busca encanto es el Espíritu del Pueblo, perfumada flor aun
enterrada.
Sí. La fuerza de América es el espíritu de su Pueblo; y he
tardado en decir por que el cultivo del espíritu de su Pueblo, porque la
cultura de la Raza americana, tiene un futuro inmenso. Y es, porque en la ética
de ese Pueblo, de esa Raza, la valoración mas alta no es el saber, no es la
ciencia, no es la técnica; menos la riqueza o el poderío: es la conducta; es el
ser hombre. Nuestros pueblos además, son todavía Pueblos; que a pesar en su impuesta vida apócrifa, a pesar de la
sumisión a la libre técnica o al vivir
regimentado, poseen vivas vertientes. Valor, no es para nuestras gentes, cierta pacotilla material
llamarse civilización. Nuestro pueblo- pueblo, pertenece a un linaje emocional,
sobre el que la civilización material cometió muerte y distorsión, pero no
triunfó. Y nuestras gentes tienen eticidad igualitaria; de donde nuestro
profundo sentimiento democratizo. Todos los hombres pertenecen al Pueblo:
participan del Pueblo como unidad de justicia. Solo esta orientación que parte
de la personalidad humana y a la vez la erige en fin; sólo este sentido que
cuida de los medios porque son formatos; sólo esta doctrina que no invierte los
fines del Estado; solo esta concepción social y moral de profundidad, no de
superficie, es hoy una latente respuesta a la ansiedad humana.
Lo democrático no es en América pura opción intelectual: es
un estado del alma: una categoría religiosa. Le es connatural: esta en su
entraña. Nadie que no sea un profeso de la libertad, es un americano. Y todo
país, todo hombre que vulnera tal condición, dejaría de pertenecer al Nuevo
Mundo.
Como la Patria es situación de alma, y el Pueblo el único
patriciado, la moral política se anima y objetiva en la consideración del
Pueblo como ser histórico, del mismo modo que se encarna en lo personal, como
valoración ética en que late toda la mística humana. Cuéntese que la Democracia
no es cosa cumplida, ni ha podido serlo en lugar alguno para medrar en su
nombre. La Democracia es el proceso milenario del hombre por integrarse. Es el
método que necesita su vida total para desplegarse. Es el nombre de la dignidad
humana que va propugnando sistemas sociales conforme a la experiencia secular y
a las sucesivas alturas de los tiempos. Y ese proceso es inmortal, no solo
porque la Democracia confiere a cada promoción el derecho de construir con su
cabeza y con sus manos una sociedad mejor sino porque; solo la Democracia es en
la vida social un sistema que concede al hombre corazón.
Cuando vinieron los conquistadores españoles, quedaron
impresionados porque los indígenas se alimentaban de raíces; insuperables
alimentos brotados, como la vida, de la tierra. La tierra es el tópico intense*
de afirmación telúrica que nutre el espíritu de una Raza. Expresión de
profundidad y de serenidad, seguirá venciendo, conjugando, transformando, con
raíces del suelo y cielo, el espíritu del hombre americano, hijo de la tierra
en la sangre a través de los tiempos. ES el espíritu territorial que da alimento
a las razas y a las culturas. Nacidas en su tierra, América dio las vitaminas
alimentarias al mundo y a Europa, apareciéndose mágica en el camino de las
especias, que era la senda para que no se pudriera la carne. Pero también
América dió alimento de esperanza, que levantó sobre las proas mareantes, como
surgidas de las aguas, las estrellas del Crucero: los brazos en cruz de la ya
presentida redención nueva:
“ e vidi quattro
stelle non viste mai,
fuor ch'alla prima
gente..."
"o settentrional
veaovo sito, poi che privato se di mirar quelle!..."
Purgatorio (I, 23-27).
Preñada viene América de esperanza sagrada de integridad
humana y universalidad histórica. Por eso ha tornado para su Raza, de todas las
razas de su vida. Su Mito es que el Mundo Nuevo de Raza Nueva amparada por
cuatro estrellas. Cantemos su destino, que el cantar conjuga la voluntad, la
marcha y el vuelo.
Una pregunta ha sido hecha, ¿Que es lo que lleva a los
pájaros en vuelo, como si uno solo fueran? Ligados por el cuerpo, ala con ala,
(como nuestros pueblos, cuyo Espíritu será América en alas); ligados por el
cuerpo, no bastaría para volar unidos. Y una respuesta ha sido dada: lo que les
lleva en vuelo, y rumbo, es eminencia y rumbo, el canto. A nuestros pueblos
unirá en el ascender y andar en vuelo, cuerpo y canto. Pero
sepamos que es el Canto quien animando, conduce, transporta, rima.
Fuente: "Meditación en el Día de la Raza
Americana" por el Ingeniero Gabriel del Mazo en Reforma Universitaria y
Cultura Nacional de Gabriel del Mazo, Editorial Raigal, 1955.
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