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sábado, 29 de septiembre de 2012

La Época: "Intervenciones y Federalismo" (10 de julio de 1922)


El "régimen" no fue extraño a estas deformaciones del federalismo puesto que bajo su imperio se desarrollo, en gran parte, la evolución que las produjo.
"Lo cierto es que cuando el Partido Radical advino al gobierno, encontró alteradas las gravitaciones normales del sistema federativo por el cercenamiento de las autonomías locales y por el desenvolvimiento excesivo de la autoridad nacional." (De "La Nación", fecha de hoy.)
Falsificar historia no es hacer historia sino deshacerle, en el sentido de esconder la realidad del pasado a quienes tienen derecho de conocerla objetivamente para poder juzgar con conocimiento de causa. Pero bajo toda adulteración de un hecho, asoma la esencial verdad de su infra estructura, pues por mucho que la falsificación se haya perfeccionado, siempre resta un descuido que pone en descubierto la engañifa. Ello se advierte bien claro en el retrospecto histórico contenido en el editorial de "La Nación". Pretende ser resumen y esbozo de la revolución federalista argentina y sólo es su contre facon  audaz e ignorante.
Carece de información histórica veraz y de fundamento científico respetable ese esbozo periodístico de historia, especialmente en su arbitraria división por periodos- del desenvolvimiento y decadencia del federalismo argentino. Pero ni aun la impavidez de "La Nación" ha podido eludir los controles de la verdad. De ahí esas confesiones formadas, donde surge el testimonio insobornable de la conciencia que determina y precisa las responsabilidades del "régimen" como autor y causante de la degeneración de nuestro sistema político.
El federalismo determinado por antecedentes históricos, geográficos, étnicos y sociales en general, bien enumerados por Alberdi, triunfo el 53 y el 60 en la Constitución de Santa Fe y en las reformas subsiguientes al tratado de 11 de noviembre de 1859. Pero desde ese momento comienza también su declinación, bajo la hostilidad asidua, sistemática, cíclica, de centralismo refugiado en la vieja ciudad virreynal. Excepción hecha de Avellaneda, todos los presidentes argentinos trabajaron en la tarea destructiva del federalismo. Mediante la violencia y el soborno, la agresión material o la agresión moral, el poder centralista y central de Buenos- Aires fue invadiendo las autonomías provinciales hasta hacer de ellas formulas y vacíos de un sistema prácticamente inexistente. Alguna vez se ha de escribir la historia de esa donis histórica de la conciencia federal argentina, tarea nefasta a la que no escapo ni Sarmiento y en la que el general Mitre colaboro con aquella :: y acompasada violencia característica de su gestión publica.
Del 80 en adelante el federalismo no existe. Las provincias han aceptado freno y rienda y se dejan regir mansamente por la mano presidencial. Su autonomía es felpudo puesto al pie de los supremos electores, y cuando es invocado por un gobernador provinciano —¡rara avis!— sólo se levanta como pantalla de trapisondas, biombo de torpezas y celestina de barraganerías institucionales.
Ese era el estado en que el radicalismo encontró a las provincias en 1916, ¿cual fue su actitud frente a esa abolición practica del sistema adoptado por la Constitución? Formulo una declaración que algún día había de marcar un jalon en la historia institucional argentina. "Las autonomías —dijo— son para los pueblos y no para los gobiernos". Surge la trascendencia de semejante declaración, que puntualizaba la verdadera naturaleza de las autonomías invocadas por las celebérrimas "situaciones" provincianas para defender su endeudamiento. Desenmascaro a ese federalismo apócrifo y postizo en que pretendían ampararse las oligarquías provinciales, beneficiarias y autores de la ruina del federalismo autentico establecido por la Constitución. Se sirvió del instrumento de las intervenciones, no para destruir el sistema federal que ya no existía, sino para restaurarlo y hacerle nuevamente efectivo en espíritu y en verdad institucional.
Esa tarea ha sido eficaz. De 1916 en adelante asistimos al resurgimiento de las provincias, las cuales, bajo las garantías del poder central, se han dado instituciones democráticas, gobiernos engendrados por las soberanías populares y capaces de desenvolver sus actividades dentro de una orbita autonómica mantenida con dignidad v sin supercherías. Y en esas provincias todavía intervenidas, la misión federal - prolonga para dar a su obra solidez y arraigo. Por eso, cuando el presidente Yrigoyen abandone el gobierno, todas las provincias argentinas, libremente gobernadas por ciudadanos libremente elegidos, habrán reasumido y reanudado su vida federal largamente eclipsada bajo el "régimen".
Tal es el balance de las intervenciones. Balance fiel y exacto, bien distinto de la cínica adulteración histórica que "La Nación" reitera hoy sin mayor fortuna.



















Fuente: Hipólito Yrigoyen "Pueblo y Gobierno" La Reparacion Institucional, Volumen II La Republica Federal, Recopilación hecha por Hector Rodolfo Orlandi y Jorge Rodolfo Barilari, Editorial Raigal; 1954.

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