Para ello quise trasladarlo a uno de los buques de la Armada, surtos en el Puerto. Pero aquello era un desconcierto total. El ministro de Marina no apareció por ningún lado. Los teléfonos de la Casa de Gobierno no funcionaban. Tampoco se sabía donde encontrar algunos agentes de policía. Plantée entonces al Presidente cuál era la verdadera situación, combinando con su médico trasladarlo a La Plata, lo que así hicimos, felizmente, inmediatamente. Una vez en La Plata ofrecí al Presidente que se alojara en casa de mi madre, o de mi hermano, pero no aceptó, prefiriendo ir a la casa de Gobierno provincial, donde estaba el gobernador Crovetto.
Poco después se traslado al cuartel del 7 de Infantería, donde habría de quedar prisionero, mientras yo, por mi parte, me refugiaba en una casa de los alrededores de la ciudad. Desde el momento de esa separación no he vuelto a ver al señor Yrigoyen. Esperaba encontrarlo en Montevideo, , adonde vine con ese único objetivo, pero la noticia de que los revolucionarios han resuelto mantenerlo prisionero en el "Belgrano" me ha sorprendido. En cuanto a mí, sólo debo el hecho de haber podido trasladarme a Montevideo sin mayores molestias a las gestiones realizadas por mi buen amigo el embajador del Uruguay en Argentina, Dr. Blanco, quien, dada la gran amistad que me une con él, creyó de su deber ir en mi ayuda. Al efecto después de comunicar el jefe de la Junta de gobierno revolucionario, general Uriburu, cuál era su propósito, se trasladó a La Plata, informándose por medio de mis familiares el lugar en donde me encontraba refugiado, y me acompañó en las primeras horas de la mañana de ayer, hasta el "Highland Princess", que debía conducirme hasta Montevideo.
La conducta observada por el embajador del Uruguay en la Argentina conmigo me obliga a una eterna gratitud.
Fuente: "La segunda presidencia de Yrigoyen" de Gabriel del Mazo y Roberto Etchepareborda Bs. As., Centro editor de América Latina, 1984.
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