Señor vicepresidente de la Nación; señor presidente de esta
Honorable Asamblea; señor presidente de la Honorable Cámara de Diputados;
autoridades de ambas cámaras y de los poderes de la Nación; ilustres
presidentes; altezas reales y representantes de la Santa Sede y de los pueblos
y gobiernos que nos visitan; señor ex presidente constitucional de la Nación
doctor Raúl Alfonsín; señores gobernadores y señor jefe de Gobierno de la
Ciudad de Buenos Aires; señor nuncio; señores miembros del cuerpo diplomático; señores
ministros y funcionarios; autoridades civiles, militares y eclesiásticas;
señores senadores y diputados; pueblo de mi patria; en cumplimiento del mandato
constitucional, que en la República es el mandato del pueblo, invocando la
ayuda de Dios y con la compañía siempre solidaria de mi familia, asumo hoy ante
el Honorable Congreso el cargo de presidente de la Nación Argentina.
Más allá del honor y la emoción del destino personal, es mi
responsabilidad interpretar la expresión del pueblo soberano. Estoy convencido
de que su pronunciamiento no lo ha determinado sólo una victoria electoral sino
que es la expresión de un acto de libertad que simboliza el anhelo de un cambio
profundo.
Concluye una etapa, comienza un nuevo ciclo, iniciamos un
nuevo camino. En la incesante marcha de la historia, ese camino no es una
encrucijada sino una ruta firme hacia una nueva sociedad ética, solidaria y
progresista.
No vengo a emprolijar modelos, sino a que entre todos
luchemos por un país distinto.
El 24 de octubre los argentinos expresamos una firme
vocación de cambio. Ese cambio supone en primer término una estricta vigencia
de los valores que deben estar necesariamente vinculados al estilo de gestión
de los intereses públicos.
La transparencia, la honestidad, la austeridad, la lucha
permanente contra cualquier forma de corrupción, la convicción profunda de
servir a la gente y no a sí mismo o a grupos privilegiados a la sombra del
poder será un presupuesto insoslayable de mi gestión. Desde el presidente de la
Nación hasta el último agente del Estado, la vigencia de estos principios es el
punto de partida para el nuevo camino.
Pero el proyecto sería limitado si se orientase sólo a
recuperar las reglas de moralidad que a todos nos vienen de la familia y de la
escuela. Quienes se hayan apartado o se aparten de esas normas elementales para
todo gobernante o funcionario, serán sometidos a los jueces de la Nación
(aplausos).
Conozco profundamente a mi país y a nuestra gente. Y por eso
sé del deseo profundo de los argentinos de ser parte de un país decente,
altruista y solidario. Debemos movilizar esa enorme reserva moral para que nos
guíe hacia el futuro. Y el primer deber es decirnos la verdad, con honradez y
con respeto, y decirle al pueblo las cosas como son.
Hoy asumo la presidencia de la Nación sin que se haya
aprobado el presupuesto para el año 2000. El gobierno que hoy concluye su
gestión vivió el efecto de años de crecimiento global, reformó el Estado
privatizando empresas públicas; tuvo estabilidad monetaria mediante la
convertibilidad y en rigor debió entregar el país con cuentas ordenadas. En
cambio, hay un enorme déficit presupuestario alejado de la ley de
responsabilidad fiscal votada por este Congreso.
El endeudamiento de las provincias creció ante la indiferencia
del poder central que se desentendió de ellas.
La obra social de los jubilados fue derrumbándose al punto
de arriesgar sus prestaciones. La Anses carece de recursos suficientes; se
multiplican los juicios contra el Estado. Mientras, algunos funcionarios que se
van sólo piensan en aumentar la planta permanente de personal y dar aumentos de
sueldo (aplausos), a sabiendas de que no hay con qué pagarlos, e incurrir en
gastos diferidos al próximo presupuesto.
BAJAR EL GASTO
La situación es grave. El déficit presiona sobre la tasa de
interés, afecta las obligaciones básicas del Estado y perjudica al conjunto de
la economía. Hay que parar el déficit para disminuir el riesgo país y el costo
argentino.
Cuando hay que cubrir un bache del orden de los 10.000
millones de pesos, no se puede decir alegremente que hay cuentas ordenadas. La
situación es peor que la anunciada, más grave que la informada por el gobierno
saliente, que habla de un orden financiero que en rigor no existe.
Tenemos que bajar el gasto. Las provincias lo comprendieron
en el acta de compromiso federal y ayer lo ha ratificado el Senado. La Nación
lo va a hacer, pero sabemos que esto no alcanza. Para sanear las cuentas, se
precisa un esfuerzo adicional que lo hemos pensado para que no afecte a los que
menos tienen, sino que se pide a los que pueden más. Y que será transitorio
hasta que la recuperación de la economía y el éxito de la implacable lucha
contra la evasión y la corrupción den sus frutos y mejoren los resultados.
Dejar las cosas como están significaría más desempleo, más
crisis económica, menos recursos para la educación, la salud y la pobreza. La
paradoja es que los responsables del déficit, en vez de sanearlo, cuestionan el
llamado a un esfuerzo compartido.
Debo ser sincero ante esta honorable Asamblea. Este
presidente, que recién hoy asume, no quiere más impuestos. Pero hay que bajar
el déficit. Quienes lo hicieron critican sin aportar solución. Debieron
resolverlo para no entregar el país en una crisis de esta dimensión.
Se anunció, y fue saludada por todos, una gran colaboración
al nuevo gobierno. Era el modo de respetar la voluntad popular. Pero en los
hechos, aún no llegó y este presidente asume sin el presupuesto aprobado.
Vamos a afrontar esta crisis con coraje, vamos a superarla
porque así vamos a crecer y vamos a crear las condiciones de vida dignas para
todos.
Los convoco a hacerlo, a amigos y a adversarios, a quienes
desde hoy serán oficialistas y a quienes desde hoy integrarán la oposición.
Debemos actuar con la responsabilidad que nos impone la
exigencia de una nueva política donde se ponga el interés general por encima
del interés partidista; el bien del pueblo por encima de la discusión de las
facciones, y los problemas se resuelvan con un sentido de responsabilidad
republicana.
Tenemos que terminar con el círculo vicioso del déficit
anual reiterado como sistema, porque cada vez comprometen más el futuro y
perjudica a los más humildes. Este Congreso lo entendió cuando sancionó la Ley
de Responsabilidad Fiscal. Ahora hay que cumplirla.
También las provincias que aún no lo hicieron deben dictar
leyes similares para ordenar sus cuentas y evitar la ficción de déficit que se
financia con más endeudamiento, suprimiendo la atención de necesidades básicas
de los pueblos de las provincias.
Quiero reconocer aquí la actitud de los gobernadores y luego
del Senado para firmar primero y aprobar después el compromiso federal, que
permite un avance que abre posibilidades de saneamiento administrativo. Esto es
representativo de esta nueva política que debemos implementar desde ahora,
basada en el diálogo, la responsabilidad y la defensa del bien común.
PRESUPUESTO REALISTA
Aunque las discusiones fueron ásperas, hay un paso
importante que se ha dado. Ahora se precisa la sanción de un presupuesto
realista, con números ciertos junto con las medidas fiscales. Y en una segunda
instancia, las otras reformas fiscales que propondré al Congreso.
El problema es de todos. No se trata del gobierno entrante o
del gobierno saliente, del oficialismo o de la oposición. Es el del país
federal donde debemos dar las respuestas, donde tenemos el deber de cooperar la
Nación y las provincias para salir adelante.
Y quiero aquí afirmar solemnemente, que este presidente
respetará cada gobernador, cualquiera sea su color político, porque así se
respeta al pueblo que lo eligió (aplausos) y trabajará con él para el
saneamiento financiero de cada Estado provincial y para el progreso de todos
los pueblos del interior de la República.
El mundo ha observado con respeto esta ejemplar transición
democrática argentina; la Argentina que consolida sus instituciones y que elige
luego de recuperada la plena vigencia de la Constitución, a su tercer
presidente por el voto popular.
Las expectativas son ampliamente favorables. No debemos
perder la oportunidad. Reducir el déficit, actuar con transparencia y con
sentido de responsabilidad, es abrir paso al crecimiento y la inversión,
multiplicar el trabajo de la gente que es urgente frente al drama del
desempleo; mejorar la calidad de la educación y de la atención de la salud y
afrontar los problemas de la pobreza que nos interpelan cotidianamente.
Quiero pedir a los señores legisladores que todos obremos
por el bien común, dando al país los instrumentos que precisa para salir
adelante; el compromiso federal, una ley de presupuesto genuina en su contenido
y las medidas fiscales de emergencia necesarias y otras reformas estructurales que
nos saquen de situaciones que están significando atraso y distorsión.
A los que pueden más les pedimos un esfuerzo mayor; para los
que menos tienen vamos a implementar programas solidarios que son
impostergables.
La pobreza y la exclusión se extendieron de modo dramático y
junto con el desempleo de millones de personas presenta un frente social de
marginación que nos obliga a un enorme esfuerzo para revertir drásticamente
esta situación que exige que nos dediquemos a ella sin demora. (Aplausos).
CREAR EMPLEOS
El mayor problema es el desempleo; nuestra consigna -la de
todos- tiene que ser crear trabajo, luchar todos para crear más fuentes de
trabajo, más empleo para los argentinos, porque el trabajo es la verdadera
dimensión de la justicia social, y la forma de lograrlo es haciendo crecer la
economía. En un contexto de crecimiento podremos genera nuevos puestos de
trabajo.
Para esto, lo primero es equilibrar las cuentas públicas,
porque un presupuesto equilibrado traerá nuevas inversiones que nos pondrán en
marcha, y se evitará que el peso del déficit caiga sobre el conjunto de la
población, que en definitiva es la que paga las consecuencias.
Nos proponemos crear empleos de calidad, es decir, empleos
estables, de productividad creciente, remuneración y condiciones de trabajo
dignas, protección legal y seguridad social. Es el empleo que corresponde a una
sociedad moderna y equitativa.
Para las familias es tan importante tener trabajo como saber
que pueden sentarse a planificar el mañana. Para las empresas, el empleo de
calidad posibilita una estrategia de competitividad basada en la innovación y
el compromiso. Y para cada trabajador, es la dimensión de su propia dignidad
como ciudadano.
El programa social hará eficiente la gestión del gasto
social. El dinero debe llegar directamente a los que más necesitan.
Voy a terminar con la corrupción y las políticas sociales
clientelistas. Voy a convocar a la Iglesia y a las organizaciones no
gubernamentales para cooperar con el esfuerzo.
El apoyo del Estado debe llegar a las familias más pobres
que muchas veces han perdido la esperanza. A los jóvenes que están en situación
de no estudiar ni trabajar; a las mujeres, sobre todo a las jefas de hogar que
están solas a cargo de sus hijos; a los jubilados, cuyos ingresos no alcanzan
para una vida digna.
Trabajaremos incansablemente en la defensa de los derechos
de la niñez y los programas sociales tendrán sentido de integración, no de mero
asistencialismo.
El PAMI será intervenido para librarnos del desatino y la
corrupción.
Quiero garantizar el sistema básico de atención social de
nuestros mayores. El país tiene una deuda social y una deuda moral. Comencemos
desde hoy a repararlas.
No hay inversión más productiva que la inversión social,
porque mitiga el dolor del presente y garantiza un futuro digno para cada
argentino.
El progreso, la verdadera dimensión del progreso, no es
sumar más riqueza a los que más tienen, a los que ya tienen mucho, sino
asegurar una vida digna a los menos favorecidos, a los más humildes.
El Estado no puede ser indiferente ni estar ausente. Debe
restablecer los equilibrios necesarios según el principio de solidaridad
colectiva y responsabilidad individual. La pobreza también se expresa cuando
millones de conciudadanos no acceden a niveles de educación y cobertura de
salud satisfactorios y a una vivienda digna.
Casi un 40 por ciento de la población carece de seguro de
salud. El hospital público debe ser de excelencia, debe ser para la gente no
para los indigentes. El gasto anual en salud no se traduce en la suficiencia y
calidad de las prestaciones. Hay gastos superpuestos, ineficiencia y desidia
que serán atacados de inmediato.
Debemos extender la medicina preventiva a todos los
ciudadanos y vamos a implementar un plan de médicos de cabecera.
Será estricto el control de las obras sociales. El pueblo
debe ver la diferencia entre transparencia y corrupción, entre solidaridad e
interés personal. (Aplausos).
La construcción de viviendas atenderá a las familias y
creará empleos en un programa de amplio alcance para contemplar la necesidad
prioritariamente de los sectores de menores recursos.
Se jerarquizará el hábitat mediante un reordenamiento
territorial que resguarde el espacio urbano de asentamientos, con equipamiento
comunitario y condiciones ambientales indispensable para el desarrollo pleno.
Es fundamental promover la participación de organizaciones no gubernamentales
en el desarrollo de estos programas.
EDUCACIÓN, UNA PRIORIDAD
La educación es una prioridad. Es el camino para entrar de
lleno en la sociedad del conocimiento y asegurar nuestro futuro y nuestro
progreso, el futuro y el progreso de las nuevas generaciones. Vamos a
devolverle a la educación su carácter democratizador e igualador. Los chicos
tendrán más y mejores escuelas, mayor calidad, más aulas, más tecnología y
habrá un mejor salario para los docentes garantizado por el presupuesto.
Quiero que todos completen el secundario, al que se debe
incorporar la practica laboral. Vamos a trabajar con las escuelas y con los
alumnos que necesiten apoyo.
Vamos a elevar la calidad de nuestra educación básica y
compararla con el resto del mundo para acceder a los mejores niveles
internacionales. Quiero que los chicos argentinos vuelvan a ser primeros en la
educación. Y a los que tienen capacidades especiales, vamos a asegurarles
también la igualdad de oportunidades porque la nuestra es una sociedad igualitaria
que respeta a todos.
Añado que la investigación es fundamental para un proceso de
desarrollo. La inversión existente está dispersada en diversos organismos. Es
mi propósito coordinarlos en un ámbito común para optimizar los esfuerzos y los
recursos y lograr su aplicación efectiva para el desarrollo. Que las modernas
técnicas se incorporen a nuestras prácticas cotidianas.
Debemos asumir la realidad de que asistimos a un Estado
endeudado e ineficiente, un Estado ausente, y que tenemos el deber de
refundarlo, de reconstruirlo entre todos para que sirva a la gente, para que
sea un Estado para la gente. Capaz de hacer eficiente la inversión social,
eliminando gastos superfluos y reduciendo burocracias parásitas que
distorsionan la equitativa distribución de los recursos. Cada peso malgastado o
perdido por la corrupción o la evasión significa un niño sin zapatillas o un
chico desnutrido o una escuela sin libros o un hospital sin remedios.
Quiero un Estado que en vez de pesar sobre la gente como una
rémora por su ineficiencia y su déficit, acompañe y apoye al que quiera
trabajar y producir, que en vez de ponerle obstáculos lo promueva; que aliente
las exportaciones, el desarrollo tecnológico y la información.
Soy consciente que después del desempleo y la pobreza uno de
los problemas más graves que sufren nuestros compatriotas es la inseguridad.
También aquí hay déficit del Estado. Precisamos ser eficaces en la lucha contra
el delito y en combatir sus causas. Una activa política criminal debe disminuir
efectivamente los índices del delito. Por eso pido al Honorable Congreso la
pronta sanción de las leyes que agravan las penas, así como también la ley del
arrepentido, para poder investigar los casos de terrorismo y llegar a la verdad
en las investigaciones todavía pendientes.
Es necesario combatir la tenencia ilegal de armas, factor de
la virulencia que ha sufrido el delito, y mejorar las condiciones de trabajo de
las fuerzas de seguridad.
Vamos a luchar con fuerza contra el narcotráfico y todos los
delitos vinculados a él. Y, este es un vasto campo de cooperación entre la
Nación y las provincias. Convocaré de inmediato al Consejo Nacional de
Seguridad, con una agenda concreta para poner en marcha una política de
seguridad coordinada en todo el país.
La República Argentina saluda a todos los pueblos de América
y exalta en plenitud los valores de la integración latinoamericana. Reafirma a
la vez la importancia del Mercosur como proyecto estratégico de crecimiento
regional, abierto a la incorporación de otros países, lo que debe ser no para
mal de ninguno sino para el bien de todos. Y que debe imaginar otros temas, que
más allá de lo comercial nos permitan compartir el desafío de la innovación y
del progreso.
Argentina saluda también a todos los pueblos de la Tierra en
una común vocación de paz, convocándolos y comprometiéndose a la lucha por los
derechos humanos, la igualdad de las naciones, la defensa del medio ambiente y
el combate al terrorismo y el narcotráfico.
En esta aldea global que es hoy el mundo, Argentina
redoblará su vigilia permanente a favor de la paz. La paz de todos los pueblos
y de todas las fronteras, no sólo la de nuestros vecinos y nuestros hermanos
latinoamericanos.
Por ello, haremos prédica permanente de que a través del
diálogo se resuelven los conflictos. Camino que seguiremos estrictamente en la
sagrada misión de defender la soberanía de las islas Malvinas.
Los valores fundacionales de la República, el respeto a
todos los pueblos de la Tierra y la tradicional vocación pacífica del pueblo
argentino serán la referencia obligada de nuestra política de defensa nacional.
Trabajaremos para consolidar un sistema de defensa regional
para enfrentar los desafíos que nos son comunes.
Promoveremos la modernización de las Fuerzas Armadas, su
capacitación, redimensionamiento y adecuado equipamiento acorde con las
modernas tecnologías y la disponibilidad de recursos.
Como parte de un mundo integrado hacia la paz, seguiremos
respondiendo a los requerimientos de misiones de paz en el marco de las
Naciones Unidas.
Honorable Asamblea; vamos a ponernos en marcha. La Argentina
productiva marcará el rumbo del crecimiento. El campo, la industria, el
comercio, la minería están llamadas a movilizarse y el Estado estará junto a
quienes quieran producir.
Creo en una verdadera alianza entre el Estado y la
producción para crear trabajo, generar riqueza y poner en acto la potencialidad
de nuestra tierra.
Argentina será un ámbito seguro para las inversiones y
consolidará su competitividad en la plena vigencia de sus instituciones
republicanas y en el funcionamiento de la economía social de mercado.
El respeto a la ley, a la Justicia y la paz social basada en
la igualdad de oportunidades, serán las bases de nuestro desarrollo.
La globalización es una realidad cuyos riesgos debemos
prevenir y que en lo posible debemos aprovechar con inteligencia. No se trata
de aceptar ciegamente las reglas de un comercio internacional que mientras
declama el ingreso y egreso irrestricto de bienes y servicios crea barreras
paraarancelarias o incorpora subsidios explícitos o disimulados.
Tenemos el deber de impulsar fuertemente la exportación de
nuestros productos, de proteger nuestras industrias de prácticas monopólicas, dumpings
o subsidios y de defender la libertad de comercio para que, como país en
desarrollo, no seamos discriminados en el mundo. Y en esto el esfuerzo de todos
los países en desarrollo debe ser conjunto para terminar con esa
discriminación.
Enfrentamos también el desafío económico regional de
integrar el país balanceando las inversiones en infraestructura para que todos
los habitantes de la Patria tengan acceso igualitario a los mismos bienes y
servicios cualquiera sea su lugar de residencia. Una Argentina integrada es el
verdadero federalismo en marcha. (aplausos).
El creciente macrocefalismo urbano, producto de un
desarrollo sin orden ni estrategia, ha postergado las economías regionales.
Nuestra visión de desarrollo es otra y tiene una medida de los tiempos que no
debe acotarse en los períodos presidenciales.
Debemos construir un país para las generaciones presentes y
para las que nos sigan. Por eso apostamos al desarrollo integrado, que potencia
con igual a pueblos y grandes ciudades, a las regiones mineras y a la Pampa
Húmeda, a la agricultura subtropical y a los cultivos de riego, a las
industrias pequeñas y medianas, base y motor de la economía y el empleo.
Las economías regionales no son un mero término económico,
sino un concepto profundo que significa la posibilidad de ser o no ser parte
activa de una sociedad que apuesta al crecimiento. Una economía regional que
agoniza o se debilita es una afrenta y debemos asumirlo como una
responsabilidad y una carga. Una economía regional que florece es un multiplicador
del desarrollo de todos.
Crearemos las condiciones para que cada hombre, cada mujer,
cada chico, puedan construir su propio destino en un marco de igualdad de
oportunidades.
No se puede dejar a cada uno librado a su suerte. Es preciso
restablecer los equilibrios allí donde se pierden, para que haya verdadera
justicia y verdadera libertad.
DESARROLLO SOCIAL
Este gobierno expresará un nuevo pacto entre la política
social y la política económica. No hay desarrollo económico consistente sin
desarrollo social, y este es el verdadero camino de la justicia y el progreso.
Se trata de un nuevo concepto de una sociedad más solidaria,
no fundada en el mero existencialismo, sino en la convicción de que el
crecimiento sólo será sostenido si es acompañado por el desarrollo de la
persona humana.
Este es el nuevo camino. Una estrategia colectiva donde la
libertad, el bienestar económico y la calidad de vida de cada uno de los
argentinos sea el objetivo central.
Honorable Asamblea: para este presidente lo importante no es
el aplauso, que naturalmente se recibe en el momento de llegar y asumir, sino
el que pueda recibir en el momento de dejar la función y entregar el mando a
otro presidente elegido por el pueblo.
Esa será la medida para saber si he cumplido mi deber frente
a mis compatriotas.
Iniciamos hoy esta nueva etapa histórica, hacia un país
integrado en un proyecto de progreso, con crecimiento sostenido, generador de
más y mejores puestos de trabajo, con un Estado sano y transparente, capaz de
poner sus cuentas en orden y con las cargas, los esfuerzos y los beneficios
equitativamente repartidos.
El país necesita de todos, porque es de todos y para todos;
para los desempleados, los jóvenes, los jubilados, los pequeños productores,
los que enseñan y aprenden, todos los que tienen, todos los que tenemos
responsabilidades; oficialismo y oposición; representantes de todos los
sectores; representantes de las entidades intermedias. quiero asegurarles a los
argentinos que con esfuerzo y dignidad construyen diariamente la grandeza de la
Patria, que vamos a vivir en una tierra de oportunidad, de certezas y de
transparencias.
Convoco a todos a iniciar con la ayuda de Dios este nuevo
camino que significa un verdadero compromiso con la gente para una vida mejor.
Reafirmemos la patriótica decisión de ser un gran país,
donde la honestidad, el trabajo y la paz sean los fundamentos de nuestra vida
como Nación.
Fuente: Mensaje inaugural del Dr. Fernando de la Rúa a la Asamblea Legislativa tras su jura de su cargo como Presidente de la Nación Argentina, 10 de diciembre de 1999.
No hay comentarios:
Publicar un comentario