Por lo que he podido averiguar, Pelagio tenía como trece o
catorce hermanos. El era como el jefe de la familia.
Era de una vieja familia de La Rioja, que había participado
en todos los acontecimientos de la provincia. Eran de armas llevar y muy
políticos todos. Se puede decir que vivían para la política.
El era un abogado muy bueno, que no ganó tanta plata como
hubiera podido, precisamente por su obsesión por la política.
Hacía política desde tres lugares: primero desde su estudio,
donde ayudaba a los amigos del interior con pequeños juicios solucionándoles
problemas, legales; segundo, desde su cátedra del Colegio Nacional, donde
enseñaba literatura y donde reclutaba jóvenes que después serían profesionales
en La Rioja; y tercero desde su diario El Independiente, que fundó en 1904, y
en donde daba cabida a la gente joven que quería entrar en la política. Todo
esto, a más de su condición de corresponsal del diario La Prensa, le daba
relevancia dentro de su medio.
Pelagio Luna también se desempeñó en el Poder Judicial de
Rioja en donde ocupó distintos cargos: procurador fiscal, juez primera
instancia en lo civil, comercial y criminal y ministro del Superior Tribunal de
Justicia.
Fue miembro de la Convención Constituyente que modificó la
Constitución de La Rioja y también profesor de literatura el Colegio Nacional
de esa provincia.
¿Cómo y cuando
Pelagio conoce a Yrigoyen?
Debe haberlo conocido en la Revolución del Parque (1890)
porque, en ese momento, Pelagio estaba en Buenos Aires terminando su carrera de
abogado. Seguramente lo conoció ahí y, desde entonces, se convirtió en una
pieza fundamental de Yrigoyen en el interior del país. En ese entonces no había
tantas diferencias en las provincias. Por lo tanto, la provincia de La Rioja no
era tan distinta de, por ejemplo, la provincia de Santa Fe, de modo que la
representatividad era más o menos parecida.
Fue radical desde la fundación del partido. Su prestigio fue
creciendo hasta que en 1912 se lo nombra presidente de la Convención Nacional,
un cargo muy importante dentro del partido.
¿Pelagio, hizo toda
su carrera política en La Rioja o en Buenos Aires?
La hizo en La Rioja. Es más, participó en una revolución en
1913, la Revolución de la Florida, que se hace contra el gobierno conservador
de La Rioja que, según la denuncia de Pelagio y sus amigos, había hecho fraude
en una elección a gobernador en la que él era candidato. Esa fue la primera
elección que se hizo bajo la ley Sáenz Peña, a pesar de lo cual hubo igualmente
fraude. Fue una revolución en la que hubo tres o cuatro muertos.
Pelagio se casó pero su mujer, lamentablemente, murió al
poco tiempo, luego de tener a su hija.
¿Fueron hijos
reconocidos?
No, en esa época no era común que se reconociera a los hijos
extramatrimoniales.
¿Cómo era la
personalidad de Pelagio?
Era un hombre de carácter fuerte. No sé si era muy culto
pero había leído muy bien El Quijote y solía publicar notas en El
Independiente.
¿Cómo era en la vida
diaria?
Sencillo, educado y muy de su familia. Había chistes en los
diarios que decían que cuando Pelagio se asomaba al balcón de su despacho, en
el Congreso, los gorriones se acercaban y no decían "pío, pío" sino
"tío, tío" porque era una familia muy grande: en total catorce
hermanos, algunos casados. Algunos de ellos se trasladaron a Buenos Aires
cuando Pelagio asumió la vicepresidencia. Los usos políticos de la época
sostenían que debía acomodar a su familia. Él los acomodó en parte. No olvide que
estuvo poco tiempo en el poder, de 1916 a 1919.
¿Fue un hombre de
fortuna?
Ganó plata en su profesión. Fue abogado de los tenedores de
bonos del cablecarril de la explotación minera de Famatina. Fue socio de los
bonistas.
Vivía en La Rioja. Cuando fue electo vicepresidente se
trasladó a la Capital Federal Alquiló un petit hotel en Cerrito y Juncal Ahí
vivió hasta que falleció, a los 49 años.
¿Cómo fue la relación
con Yrigoyen?
Complicada. Yrigoyen quería entregarles el manejo de la
situación a los antiguos conservadores. Pelagio y, sobre todo sus amigos, se
oponían. Por este motivo tuvo algunos roces con el Presidente. No llegaron al
rompimiento, pero estuvieron cerca.
Raro, porque la posición de Pelagio fue de gran solidaridad
con Yrigoyen. Eso sí, sus disputas nunca fueron públicas.
Efectivamente, la actitud de Yrigoyen de dar cabida a muchos
conservadores conversos, que llegaban al radicalismo con la idea de mantener
sus privilegios y abundar en sus vicios, perturbó la relación del presidente
con muchos de los que habían estado con él desde la primera hora. Pelagio Luna
pasaba largas jornadas en su despacho del Senado escuchando los lamentos de
quienes veían como "El Peludo" se aislaba más y más de sus reales
bases.
Un día recibe el vicepresidente la visita de varios
senadores conservadores encabezados por el doctor Benito Villanueva
representante de Mendoza y exponente típico de la oligarquía desplazada. La
delegación le propone una extraña combinación: iniciar juicio político a
Yrigoyen, destituirlo y hacer un gobierno con el doctor Luna como presidente,
con el apoyo de los conservadores y algunos elementos radicales.
Como es natural, el doctor Luna se negó a considerar la
propuesta y de inmediato comunicó el hecho a Yrigoyen, bien que reservando los
nombres de los senadores conjurados. Todo terminó allí. Pero cuando en mayo de
1918 el Presidente delega el mando en el doctor Luna para visitar los
yacimientos de Comodoro Rivadavia, súbitamente retorna a la Capital Federal y
se hace cargo nuevamente del gobierno con una prisa que debió chocar a su
compañero de fórmula. Sucedía que algunos intrigantes habían perturbado el
sereno espíritu del caudillo, atribuyendo al Vicepresidente un doble juego que
podía culminar decían hasta con un golpe de Estado. Estas invenciones, unidas a
las circunstancias que el mismo Luna le comunicara antes, lo llevaron a tomar
tal actitud.
El Vicepresidente continuó con su leal adhesión al
presidente; sus hermanos siguieron ocupando funciones de confianza en la esfera
política, y aguerridamente yrigoyenistas; pero la falta de confianza de
Yrigoyen en su viejo amigo, entristeció al doctor Luna y enfrió
imponderablemente sus relaciones personales.
Más tarde se exageró todo esto. Cantoni, para variar su
cantilena, atribuyó al caudillo la muerte del doctor Luna, vejado y
hostilizado, según él, por el Presidente. Pero lo cierto es lo que Acábamos de
relatar: es decir un desaire a un correligionario digno de toda consideración,
motivado por calumnias despreciables que Yrigoyen no debió jamás escuchar.
Como este caso, podrían citarse otros. Claro que el caudillo
estaba escamado de traiciones y deserciones, y su responsabilidad política lo
obligaba a no descuidar ningún detalle y a tomar en cuenta las posibilidades
más absurdas. Pero es paradójico esto: que en su primer período gubernativo
haya desconfiado de su vicepresidente, que era el hombre más leal y más honrado
con quien pudiera contar; y en su segundo periodo haya confiado en su
vicepresidente, que resultó ser un tenebroso personaje que tuvo gran parte de
responsabilidad en su caída.
La vida de Pelagio Luna fue corta. El clima de Buenos Aires
representaba un serio riesgo para su enfermedad pulmonar, que aquel duro
invierno de 1919 se agravó severamente. El 25 de junio de 1919, de madrugada,
falleció.
"... El primer
mandatario ha sido el primer sorprendido al serle comunicada la noticia del
fallecimiento, pues hace escasamente una semana el presidente visitó en su
domicilio al doctor Luna y lo encontró muy animado. En esa oportunidad, el
presidente y el vice conversaron sobre la posibilidad de que el doctor Luna
asumiera las funciones de gobierno durante un mes, tiempo que el doctor
Yrigoyen pensaba tomarse de descanso. El primer magistrado significó al doctor
Luna la conveniencia de que durante el tiempo que ejerciera en interinidad el
mando, residiera en la casa de gobierno con el objeto de evitarse
incomodidades.
“El doctor Luna
mostróse de acuerdo con esas indicaciones y agregó que consideraba muy
conveniente pasar una temporada en un punto del interior de Córdoba o La Rioja,
con el objeto dé atender mejor el completo restablecimiento de su salud.
Después de estas
manifestaciones, el doctor Yrigoyen se despidió del paciente prometiendo visitarle
entre ayer y hoy.
“Preocupado por la
salud del vicepresidente, ayer el doctor Yrigoyen llamó al doctor Martin Torino
para pedirle su opinión sobre el estado del distinguido enfermo. El doctor
Torino manifestó que, si bien era delicado el estado del doctor Luna, dada la
complexión del paciente, era de esperarse su recuperación. Agregó el doctor
Torino que para escapar de los rigores del invierno porteño, era necesario que
se trasladara el vicepresidente a un punto del interior, e indicó como más
conveniente a Andalgalá, en La Rioja.
“El presidente se
proponía visitar hoy al Dr. Luna e indicarle la conveniencia de su traslado al
punto indicado, cuando, en las primeras horas del día, le llegó la fatal nueva
del fallecimiento”
Pelagio Luna murió joven, a los 49 años.
Padecía una tuberculosis de larga data. Esa era una
enfermedad muy común en La Rioja en aquella época. Cuando vino a Buenos Aires
ya estaba enfermo. Veraneaba en Córdoba para aprovechar los efectos benéficos
del clima.
Adolfo Bioy Casares cuenta cómo lo impresionaron las
exequias, cuando se manda el féretro con su cuerpo en tren hacia La Rioja. Fue
muy solemne. En La Rioja hubo un funeral muy importante.
El funeral de Pelagio Luna se realizó el 29 de junio. Asistió,
efectivamente, una multitud. Hubo grandes discursos y una pena incontenible.
Uno de los oradores fue el Dr. Arturo de la Vega, quien al
hablar en nombre de la UCR dijo:
"La parca
inexorable, que nada respeta y todo lo arremete con su violencia furiosa, acaba
de arrebatarnos del seno de la patria a uno de sus hijos más predilectos, a un
invicto preclaro ciudadano, el Excelentísimo señor Vicepresidente de la Nación,
doctor Pelagio Luna”.
Fuente: Testimonio del Dr. Félix Luna, sobrino nieto del Dr.
Pelagio Luna, en "La sorprendente historia de los vicepresidentes argentinos" del
Dr. Nelson Castro, Editorial Vergara, 2009.
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