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martes, 15 de noviembre de 2011

Teniente de Fragata Gerardo Valotta: "Recuerdos de la Revolución del mes de septiembre de 1893" (1 de diciembre de 1894.)

La República Argentina gemía bajo la presión del estado de sitio de cuyas prerrogativas, el gobierno abusó descaradamente.
Las provincias sometidas al militarismo; los hombres más eminentes presos o desterrados, militares perseguidos, otros espiados; así nos encontrábamos envueltos en esa atmósfera, de una dictadura disimulada, en los luctuosos días de septiembre.
La idea de una revuelta general venía haciendo camino, porque era imposible sufrir por más tiempo (sin convertirse en esclavos) la ignominia de un gobierno de fuerza, haciendo presión sobre la mayoría de los ciudadanos de un país que se precia de ser libre y viril.
Las armas de la Nación y sus soldados, se mandaban donde las almas fuertes se levantaban para luchar contra el abuso y en defensa de sus derechos. Los militares obedeciendo a las ordenanzas eran convertidos en agentes políticos, por los que saben aprovechar de esa obediencia en beneficio de sus ambiciones personales.
El Ministerio del Interior no perdía oportunidad para demostrar su energía, por lo que toda la Nación, muy poco tiempo después de hacerse cargo de la cartera el doctor Quintana, era un verdadero caos.
El 11 de línea se sublevó en Tucumán.
En Santa Fe se luchaba, y una compañía del 3 de línea se suma a la revolución.
La división de torpedos del Tigre se sublevó.
El acorazado “Los Andes” que debía llevar armas a Entre Ríos, las llevó al Rosario a los revolucionarios.
Es imposible que a un gobierno bien intencionado puedan sucederle estas cosas; es, pues, evidente que el doctor Sáenz Peña no pueda gobernar un país sin un partido; él no lo tiene ni lo tendrá; su época será desastrosa, no solo para su buen nombre, sino para toda la Nación que, como se va viendo, políticamente cada día empeora.
Analicemos bien todos los acontecimientos de los dos primeros años de su gobierno, y cualquiera quedará asombrado, que a un hombre con fama de bueno e inteligente, se haya dejado arrastrar por las ideas bastardas de algunos hombres que no han tenido más miras que su ambición personal y vanidades pueriles.
Nada, pues, se ha respetado y por lo consiguiente estalló un buen día el movimiento en que todos nos encontramos envueltos, cuyos resultados están sufriendo unos cuantos patriotas en la cárcel y otros en la emigración.
Las narraciones siguientes, escritas en los momentos de ocio que han sobrado en los quince meses que llevan de emigrados los distinguidos oficiales del ejército y marina, han sido recopiladas para su publicación, a fin de hacer llegar el eco verídico a oídos de todos los compatriotas; pues los partes oficiales han hecho gala de mentiras y es bueno poner las cosas en su verdadero lugar.



































 

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