Sr. Balbín - Es de responsabilidad la actitud de un
legislador que debe intervenir en un debate acerca de la necesidad de reformar
la Constitución; y es honrosa la circunstancia de que yo deba hacerlo en
representación del bloque de la Unión Cívica Radical, e invocando la doctrina
de mi partido.
El señor diputado Uranga ha explicado las circunstancias por las
cuales el sector de la Unión Cívica Radical, en este instante y para este
asunto, ha ocupado sus bancas.
Los señores diputados del oficialismo, en varias oportunidades,
dijeron que antes de llegar a la reforma habrían de consultar la voluntad y el
deseo de su agrupación. Nosotros nos habíamos anticipado, y nuestra convención
nacional pronunció su palabra al respecto. Nuestro máximo organismo ha dicho
que no es extraño al partido el deseo de reformar la Carta Fundamental.
Entiende que hay que adecuarla a la vida actual económica y
social del país, pero considera poco apropiado el momento para encarar esa
reforma.
Teníamos también la obligación de decir cuál era el punto de
vista radical a ese respecto. Nuestros legisladores venían preparados, pero han
sido sorprendidos por este proyecto que malogra todo debate sobre los aspectos
de la Constitución.
Nos hubiera alegrado, en suma, que se hubiesen considerado las
iniciativas presentadas por los propios diputados de la mayoría, que aludían a
reformas concretas. Este proyecto coloca al país en el vacío, frente a la
reforma de la Constitución. Por eso tienen el tono que han tenido los discursos
pronunciados hasta ahora por los señores diputados de la mayoría.
Ellos se refieren en general a la necesidad de la reforma y han soslayado, en
la medida de su capacidad y de su ilustración -porque no está en sus
propias manos determinarlo-, en qué forma habrá de resolverse.
Este proyecto impide toda ilustración al país sobre la reforma;
impide la consulta honrada al pueblo de la República, a quien se le solicitará
el voto para reformar la Constitución y no se
determinará el sentido de esa reforma.
Hubiera agradado que de modo claro y prolijo se dijera, con
honor y con orgullo, en qué medida sirvió la Constitución del 53, en qué medida
sirve, y en qué medida hemos progresado tanto, como para rectificar el pasado y
dar el paso hacia el porvenir. Pero nada; silencio de incapacidad, declaración
de reforma de la Constitución sin decir dónde está la
virtud y dónde está el defecto de esta Constitución; consulta de tipo
totalitario al pueblo de la República, por sí o por no, para poner la reforma
al servicio de una mayoría que no ha expresado cuál es el alcance de ella.
Necesariamente, entonces, cambia el rumbo del debate, cambia la
fisonomía de la ilustración del legislador, dirigida a definir con precisión
dónde está lo modificable, dónde está lo que debe mudar. Por lo tanto, debemos,
lógicamente, colocarnos en la realidad argentina actual, en lo que ocurre en la
actualidad, para de ahí sacar las conclusiones de cómo ha de hacerse, de cómo
será esta reforma constitucional.
Por otra parte, la fisonomía actual del país permite suponer que
no ha de diferir la personalidad del constituyente de la actual personalidad
del legislador peronista, lo que es tanto como decir que la nueva fisonomía de
la constituyente será parecida a la fisonomía del actual sector de la mayoría.
Sr. Visca -
¿Quiere decir que no tenemos capacidad?
Sr. Balbín - Quiero decir que la identidad de
propósitos en el concepto revolucionario que ustedes defienden, la convicción
que demuestran ustedes de esa revolución, acredita plenamente y permite
asegurar que la fisonomía y la orientación que marca actualmente el sector de
la mayoría será la fisonomía y la orientación que
marque la nueva convención.
Sr. Bustos Fierro - Si ganamos la elección; porque si la
ganan ustedes será distinto.
Sr. Balbín - Sí, pero para mi argumento acepto la
jactancia de ese sector, que se atribuye la mayoría de la República.
Sr. Bustos Fierro - No es jactancia.
Sr. Presidente (Cámpora) - No interrumpa al orador, el señor
diputado por Córdoba.
Sr. Balbín - Quiere decir que debemos analizar los
hechos y tomar la reforma como viene -porque se ha repetido en la Cámara tantas
veces por el señor diputado Colom cuando bregaba por la inmediata ley de
reformas de la Constitución, y tantas veces por los señores diputados en la
actualidad y en el debate de hoy- bajo el signo de la revolución peronista y
del jefe virtual de la revolución.
Si estuviéramos a la palabra, a la expresión verbal, a las
múltiples expresiones de orientación que ha dado el jefe de esa revolución,
podríamos en cierta manera pensar que la reforma se haría bajo el signo del
mensaje de la paz, por ejemplo, bajo las expresiones verbales dirigidas a
destacar el respeto de la personalidad humana que se
encuentra en varios discursos del señor presidente de la República. Podría
suponerse que puede ser bajo el signo de colocar la economía argentina al
servicio del pueblo, porque también ésas han sido expresiones del primer
magistrado de la República. Podría suponerse por los hombres de trabajo que
está orientada y se afianza en el concepto de libertad en la organización de
los sindicatos obreros. Podría afirmarse que tiene el signo de lo republicano,
de lo representativo y de lo federal, a estar también a las expresiones del
presidente y de los líderes del peronismo.
Pero es que tenemos que manejarnos con la realidad actual, señor
presidente, con los hechos producidos, con la legislación dada por este cuerpo
y entonces puede suponerse con verdad que la reforma constitucional está
inspirada en la conferencia del señor Presidente de la República que diera al
inaugurar los cursos de la cátedra de defensa nacional, ratificada por
desgracia en los hechos y en la legislación.
Puede suponerse con verdad que puede estar inspirada en el
decreto ley que reprime los delitos contra la seguridad del Estados, rompe el
hábeas corpus y crea una barrera dentro del país, que llega hasta a declarar
delito la huelga.
Podría suponerse también -porque son hechos producidos que la
nueva reforma constitucional está inspirada en la ley que ayer dictó esta
Cámara, la del servicio civil de la defensa nacional, que reitera el concepto
de la preconscripción y otorga al primer magistrado de la República facultades
exageradas. Tan rápido se hizo ese debate, tan pronto la mayoría otorgó ese
instrumento, que hasta fastidiaba el informe del miembro informante, y lo
apremiaron.
Puede suponerse que esta reforma está inspirada en un absurdo
concepto nacionalista que surge de este proyecto que acaban de presentar y que
establece que es imprescindible ser nativo para ser convencional, contradicción
de la mayoría que ayer, con un discurso de un diputado de su sector y violando
la Constitución, incorporaba a un hombre que no reunía
las calidades constitucionales ni la antigüedad requerida, y hoy nos sorprenden
con este artículo que impone al nacionalizado al margen de la constituyente: le
otorga el voto y le impide legislar en una Nación que tiene los brazos abiertos
a la inmigración del mundo.
Sr. del Carril - Los brazos y las cárceles.
Sr. Balbín - ¿Inspira esta reforma para estructurar
el Poder Legislativo del futuro la expulsión de Sammartino? Ese es otro hecho
que condiciona la conducta de la revolución.
¿Puede estar la modificación en la condición económica de la
nueva Constitución por lo que se declara o por esta conducción totalitaria de
la economía argentina?
La intimidación pública: otro signo de la época. Si el
Parlamento dijera cuáles son las disposiciones constitucionales que habrán de
modificarse, esta inquietud desaparecería porque habría de suponer que la nueva
constituyente estaría a tono con las declaraciones de reforma que diera este
Congreso; pero esta disposición que le somete sus facultades extraordinarias
permite suponer que la reforma tendrá el signo de estas arbitrariedades
argentinas. (¡Muy bien! ¡Muy bien!).
Reforma y revisión de la Constitución: sin decir una palabra en
la letra, ni que pueda surgir del espíritu de la exposición del señor diputado
por Corrientes, que sea republicana, representativa, federal. Podría, por lo
menos, en resguardo de esta magnífica organización argentina, haber dicho que
dentro de esas formas se hará la reforma constitucional.
No se dice en este instrumento que se entrega a la nueva
constituyente que tendrá facultades de poner en quiebra el Pacto Federal y
hasta tendrá las facultades de establecer en el país una monarquía con calidad
hereditaria para los cónyuges, pero no lo impide el Parlamento de la democracia
argentina en el momento preciso de declarar la necesidad de la
reforma. Jamás se ha hecho cosa igual. Jamás se ha puesto al país en trance tan
difícil.
¿Subsistirá o no el federalismo argentino?
No hay garantías en esta disposición. Todo hace suponer que se
pondrá en quiebra el federalismo argentino porque a la expresión de mantenerlo
se oponen los hechos realizados. Más de una vez en esta Cámara, frente a leyes vinculadas con la organización impositiva
nacional; más de una vez cuando de modo arbitrario se legislaba para la Nación
tomando facultades de las provincias, nosotros, en nombre de la buena doctrina
federal levantamos nuestra protesta y defendimos el derecho de las autonomías
provinciales.
No sé si por omisión o por complacencia, la mayoría fue sorda a
ese reclamo.
La nueva Constitución se va a hacer bajo el signo de la Policía
Federal en todo el territorio del país, vulnerando la autonomía provincial;
bajo el signo de la organización de Trabajo y Previsión que ha arrebatado a las
provincias el derecho de legislar en esas materias y de aplicar su ley
autonómica dentro de los distritos provinciales; bajo el signo del decreto ley
que legisla sobre los alquileres y que coloca a la provincia de Buenos Aires y
a algunos de sus pueblos dentro de la órbita del gobierno nacional, al margen
de los derechos de esa provincia; bajo el signo del avasallamiento de las
autonomías en el régimen impositivo, por el cual el país tiene para sus lujos
en el orden nacional lo que con sus leyes impositivas roba al hambre de las
provincias. (¡Muy bien! ¡Muy bien!).
Estas manifestaciones no van exclusivamente en tono de crítica.
Ustedes hicieron la legislación y han dado tonalidad a la nueva
forma de gobierno argentino; y al permitir que se declare la reforma de la
Constitución facilitan la posibilidad de una reforma constitucional, que
termine con el régimen federal del país.
El centralismo actual del Poder Ejecutivo es innegable. No
podrán los miembros del sector de la mayoría hablar con verdad, si no dicen que
este Poder Ejecutivo se distingue por ser un gobierno centralista, que ha
tomado bajo su égida todas las facultades que la magnífica Constitución
otorgada al Poder Ejecutivo argentino, pero que también se ha arrogado
facultades que son privativas de las provincias y ejerce un gobierno central de
fuerza respecto de las autonomías provinciales.
Frente a la reforma, el país tendrá esas dudas. Pienso que la
constituyente nueva hará realizaciones que podrán perdurar.
Puede ser que en este momento argentino la constituyente llegue
a consolidar el régimen que anuncia el estado actual de cosas del país, pero
tengo plena confianza en el interior de la República, tengo completa seguridad
en el viejo arraigo de las convicciones federalistas de mi país. Alguna vez, frente
a la nueva Constitución centralista que se anuncia, habrá de sentirse el
vigoroso impulso de las autonomías provinciales para derogarla en el hecho con la misma sangre con que los hombres de antes
derrocharon generosamente para crear la Constitución del 53. (¡Muy bien! ¡Muy
bien! Aplausos).
Se ha dado en decir -y con verdad- que el mundo vive bajo un
sistema extraordinariamente evolucionado; que nuevas cosas, nuevos hombres y
nuevas teorías permitirán una organización mejor. En algunas partes, se pone en
aplicación con justo criterio, haciendo un equilibrio entre lo que podría
decirse, lo material de la vida y el concepto de la independencia espiritual
del hombre. En muchos países, cuando el Estado tomó para sí el derecho de hacer felices a los hombres en la medida que el
Estado quería, mediante una legislación de ese tipo, se oyó decir con
frecuencia: ¡qué importa que falte un poco de libertad si ahora estamos más
satisfechos que antes! Y esos pueblos murieron luego en el hambre, en la
miseria y en la desesperación.
Esta reforma constitucional se hace bajo el signo de una falta
de libertad argentina innegable; no se puede negar la realidad que se toca casi
en el país. No hay voz autorizada que hable de libertad de prensa; los diarios
han sido clausurados; no hay posibilidades -no obstante las declaraciones
consignadas en decretos por el señor ministro del Interior- de
hablar por radio para los hombres que no comparten las teorías peronistas. Es
claro que el señor ministro del Interior firma el decreto otorgando el derecho,
pero da la contraorden por teléfono y luego dice que se trata de una cuestión
personal de las radios.
Sr. Ministro del Interior - No es exacto, señor diputado.
Sr. López Serrot - Es exacto.
Sr. Ministro del Interior - El señor diputado por Buenos Aires ha
hecho una acusación que debería probar.
Sr. Rojas - No se puede probar, pero es cierto.
Sr. Visca - Lo dice el señor diputado.
Sr. Presidente - Sírvanse no interrumpir los señores
diputados al orador que está en el uso de la palabra.
Sr. Ministro del Interior - Solicito la palabra para una
aclaración.
(Varios señores diputados hablan a la
vez, y suena la campana).
Sr. Presidente - Continúa con la palabra el señor
diputado por Buenos Aires. Oportunamente concederé la palabra al señor
ministro.
Sr. Balbín - Así vive el país, señor presidente...
Sr. Visca - Recuerden todo lo que hablaban desde
Montevideo.
Sr. Rojas - Aquél es un país libre.
Sr. Presidente - Sírvanse no interrumpir al orador los
señores diputados.
Sr. Balbín -... no obstante que las leyes
fundamentales están
en plena vigencia en la República. Se expulsa a los hombres que
no piensan como el gobierno. Alguien ha dicho con jactancia que lo que interesa
es que el pueblo vive en felicidad, en abundancia de cosas, aunque estas cosas
se den por la ventanilla de los trenes; que el país vive bien porque tiene más
dinero que antes, aunque nunca se tenga la explicación
cierta de cómo están las cosas financieras de la República.
Así va disminuyendo el concepto de lo libre y de lo democrático.
Pero esta lucha no empieza y termina; es eterna. Lo interesante,
porque es la vida, es hacer el justo equilibrio de las cosas: dar la libertad,
las instituciones libres y otra felicidad al hombre; no hacerle creer que va a
vivir mejor en lo material, alejado de lo espiritual y de lo libre.
Temo, con razón, que esta Constitución tenga ese tipo porque no
se lo anuncia en el contenido de su reforma, que legisla sobre todas las
posibilidades del hombre en el terreno de tener. Es muy posible que se haga la
prédica para obtener los votos, que en cuanto al régimen de la propiedad se
establecerá que la tierra será de aquel que la trabaje. Eso no
basta en la Constitución. Resultará necesario e imprescindible; pero la
propiedad ha de ser para un hombre libre y no para un hombre sojuzgado; la
propiedad para un hombre espiritualmente dotado y no para un hombre que haya
vendido el espíritu por tener la propiedad.
Este es el clima del país. Por eso la Unión Cívica Radical está
en contra de la reforma en este instante, porque no está en plenitud la
conciencia argentina. No sé, señores diputados, por culpa de quién. Soy
generoso hasta en eso. Tal vez sea un estado del mundo y de la humanidad.
Nuestro país forma parte del mundo, y parecería que en él se han encontrado
quienes se ofuscan con este nuevo estado de cosas de la humanidad, pero seamos
suficientemente fuertes, serenos y tranquilos como para que, cuando entre en
plenitud la conciencia argentina, recién digamos que está autorizada para hacer
la reforma constitucional.
Los hombres del peronismo avalan esta reforma diciendo que se
hace en nombre de la revolución, y bajo la conducción del señor presidente de
la República, declarado líder del peronismo.
Frente a los enunciados y frente a la realidad, frente a la preocupación
del país entero antes del 43, cuando verdaderamente afloraba un concepto
revolucionario, como dando un paso gigante hacia adelante, porque la oligarquía
había detenido con el fraude la evolución natural del país, pienso que bajo el
signo de esas convicciones podría decirse que la reforma constitucional se
hacía al impulso de una revolución; pero los hechos, la legislación, la forma
de conducir el Estado por el señor presidente, autorizan a decir que esta
reforma se hace en nombre de la contrarrevolución argentina. (¡Muy bien!).
No la alienta un concepto revolucionario de gran porvenir, sino
un concepto reaccionario de contrarrevolución. El peronismo, por lo que
muestra, por lo que hace, y como se comporta, pasará en el tiempo con este
lema: fue en su época la contrarrevolución argentina.
Sr. de la Torre - Recuerde el Decálogo de los
Trabajadores, señor diputado.
Sr. Presidente (Cámpora) - No interrumpa al orador el señor
diputado por Mendoza.
Sr. Visca - Son seiscientos mil votos.
Sr. Balbín - Sí, señor diputado; y muchos más,
todos los necesarios y todos los que obtenga en esta época en que vive la
República.
Nosotros estamos conduciendo esta posición política con el justo
equilibrio que toca a la verdadera felicidad del hombre: afianzamiento de su
libertad, recuperación democrática de la República. Sin tener en cuenta la
felicidad del hombre, se le dará todo, hasta que un día éste advierta que ha
perdido el espíritu.
Este sistema de reclamar el voto a la ciudadanía no es nuevo; es
un sistema de actuación peronista, que habla muy bien de su líder, pero que
habla muy mal de sus políticos solidarios. Ayer las calles de la República se
llenaron de carteles, que decían:
"Vote por estos hombres, porque los necesita Perón"
Sr. Balbín - y el pueblo no votó a los hombres, sino que votó por Perón.
Sr. Visca - Como votaron por Yrigoyen a los
hombres de la Unión Cívica Radical.
Sr. Balbín - Con este proyecto que habrá de sancionar
la mayoría, se llenarán las calles y las plazas de la República con grandes
letreros que dirán: "Vote por estos constituyentes, que los necesita
Perón", y nosotros estamos en contra de eso, señor presidente, porque
queremos una reforma para el pueblo y no una reforma para uso del Presidente de
la República. (¡Muy bien! ¡Muy bien! Aplausos).
Fuente:
Sesión del 13 de agosto de 1948 el bloque Peronista solicitó que la Cámara pasara a un cuarto intermedio de 15 minutos, a los efectos que las Comisiones correspondientes produjeran despacho sobre el proyecto de Reforma Constitucional presentado por varios Diputados de ese sector. Varios Diputados radicales expresaron su opinión contraria a la reforma en esas condiciones y el Dr. Balbín, como Presidente del Bloque, realizó la crítica política al proyecto. Dio declaración sobre la necesidad de la reforma, a pesar de la oposición radical, fue sancionada.
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