Sesión del 28 de junio de 1950
(Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca - T.I.A.R. Durante la discusión del Tratado de Río de Janeiro se decidió que, para examinar el contenido de ese pacto, hablaran también los diputados Arturo Frondizi y Miguel Angel Zavala Ortiz en este orden, pero ello no fue posible porque la mayoría cerró el debate. El proyecto de ley por el cual se ratifica el Tratado fue aprobado en general por los diputados oficialistas y por el representante demócrata nacional, votando en contra los diputados radicales. Solamente al tratarse en particular, el diputado Frondizi tomó la palabra).
(Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca - T.I.A.R. Durante la discusión del Tratado de Río de Janeiro se decidió que, para examinar el contenido de ese pacto, hablaran también los diputados Arturo Frondizi y Miguel Angel Zavala Ortiz en este orden, pero ello no fue posible porque la mayoría cerró el debate. El proyecto de ley por el cual se ratifica el Tratado fue aprobado en general por los diputados oficialistas y por el representante demócrata nacional, votando en contra los diputados radicales. Solamente al tratarse en particular, el diputado Frondizi tomó la palabra).
Sr. Frondizi - (...) la aprobación del pacto de Río de Janeiro que va a decidir la mayoría de la Cámara de Diputados de la Nación esta noche, será dado bajo el signo que merece ese pacto: debate traído de sorpresa en primer término; y cierre de la discusión, en segundo lugar, para evitar que los representantes de la Unión Cívica Radical, no solamente enjuiciáramos la política internacional del peronismo, sino mostráramos, poniéndolo al desnudo, cuál es el contenido antinacional de ese pacto que han firmado los representantes del oficialismo.
Yo debía hablar en la discusión en general para explicar, en detalle, los mecanismos técnicos, jurídicos y militares de este pacto, a fin de explicar nuestra disidencia y nuestra posición, porque si hay un problema en que las pequeñas pasiones políticas y electorales deben acallarse, es precisamente frente a los problemas internacionales.
Y no queríamos aparecer diciendo simplemente ¡no! a un pacto como éste, sin desarrollar con amplitud nuestras ideas para que las juzgara el país y América. La mayoría nos ha negado esa posibilidad. No importa; el debate sobre el pacto de Río de Janeiro está cerrado en la Cámara, pero está abierto en las calles y en los campos de la República, adonde lo han de llevar los representares de la Unión Cívica Radical".
Nuestra posición -queremos decirlo con claridad- no es una posición de enfrentamiento con Estados Unidos de América. Nosotros conocemos el sentido del panamericanismo, pero comprendemos en toda su profundidad cuál es el sentido del destino que tenemos los pueblos de Iberoamérica. Muchas veces los señores diputados del sector de la mayoría y hombres del radicalismo hablamos, efectivamente, el mismo lenguaje; muchas veces en las tribunas del peronismo, desde las cuales se nos injuria, se ha hablado de la lucha antiimperialista y de la necesidad de una oposición a los propósitos imperialistas de ciertos sectores de Estados Unidos.
Antes de que existiera el peronismo, nosotros recorríamos, como hoy, los campos de la República planteando el problema del antiimperialismo y de la lucha contra la penetración de los monopolios capitalistas yanquis; pero deseo señalar una diferencia de fondo: nosotros conocemos y apreciamos la contribución de Estados Unidos al progreso del hombre en muchas latitudes del mundo. Cuando nosotros hablamos de oposición al
imperialismo yanqui, estamos expresando nuestra palabra de fe y de amor a ese gran pueblo del Norte, que ha sabido entregar la sangre de sus hijos para la defensa de grandes ideales humanos.
Nuestro antiimperialismo no es odio ni al pueblo ni a las instituciones libres de Estados Unidos de Norteamérica que admiramos, y con los cuales nos sentimos identificados en sus raíces y en su desarrollo. Nuestra posición antiimperialista es posición de odio implacable a los monopolios de ese gran país.
Nada de eso piensa el peronismo. Mientras dice oponerse al imperialismo, aceptan arreglos financieros o petroleros con esos intereses monopolistas norteamericanos comprometiendo el desarrollo
de nuestra economía.
Nuestro concepto no es de soberanía cerrada, porque la posición del radicalismo parte de la unidad de la causa del género humano, concepto cristiano y sanmartiniano, que ya el procer expresara:
"Nuestra causa es la causa del género humano". De modo que la defensa de los principios de la soberanía argentina, que consideramos fundamentalmente afectados por los pactos de Río, no implica cerrarnos tras una cortina de acero para negar la realidad de un mundo que está luchando por transformarse. Nuestro concepto es fundamentalmente universalista; y por eso no aceptamos la existencia de bloques militares y económicos agresivos a los cuales el esfuerzo de la República tenga que sumarse. Queremos que nuestro país, partiendo de esa concepción de unidad del género humano, haga valer su sentido y responsabilidad como país soberano, lo cual no significa aislarse, sino buscar las propias raíces nacionales para proyectarse hacia el mundo, no al servicio de unos o de otros, sino al servicio de la humanidad. Seremos un país pequeño, seremos un puñado de hombres sobre la tierra estos 17.000.000 de argentinos que aquí vivimos; pero tenemos derecho a decir nuestra palabra, porque tenemos un mensaje de paz, de libertad y de democracia
para un mundo convulsionado.
Nosotros no votamos este pacto con pleno sentido de la responsabilidad que vamos a asumir. Nosotros pedimos a los señores diputados de la mayoría que adviertan que la posición que va a tomar la Unión Cívica Radical la adopta sin preocuparse de realizar un acto de oposición política. Para votar negativamente nos olvidamos de nuestra pasión política, de nuestro enfrentamiento, de nuestra lucha contra un gobierno que nosotros consideramos despótico; nos olvidamos, señor Presidente, de todo eso; y si votamos negativamente es porque creemos que la ratificación de los pactos de Río de Janeiro implica un acto de deslealtad hacia el destino de paz de la República. Nosotros preferimos no ser políticos prácticos en ese sentido; preferimos salir mañana ante el pueblo de la Nación a decirle que hemos combatido contra una política internacional que consideramos enemiga del destino argentino, para seguir caminando en nuestra lucha hacia el futuro con una bandera de grandes y generosos ideales humanos.
Antes de que existiera el peronismo, nosotros recorríamos, como hoy, los campos de la República planteando el problema del antiimperialismo y de la lucha contra la penetración de los monopolios capitalistas yanquis; pero deseo señalar una diferencia de fondo: nosotros conocemos y apreciamos la contribución de Estados Unidos al progreso del hombre en muchas latitudes del mundo. Cuando nosotros hablamos de oposición al
imperialismo yanqui, estamos expresando nuestra palabra de fe y de amor a ese gran pueblo del Norte, que ha sabido entregar la sangre de sus hijos para la defensa de grandes ideales humanos.
Nuestro antiimperialismo no es odio ni al pueblo ni a las instituciones libres de Estados Unidos de Norteamérica que admiramos, y con los cuales nos sentimos identificados en sus raíces y en su desarrollo. Nuestra posición antiimperialista es posición de odio implacable a los monopolios de ese gran país.
Nada de eso piensa el peronismo. Mientras dice oponerse al imperialismo, aceptan arreglos financieros o petroleros con esos intereses monopolistas norteamericanos comprometiendo el desarrollo
de nuestra economía.
Nuestro concepto no es de soberanía cerrada, porque la posición del radicalismo parte de la unidad de la causa del género humano, concepto cristiano y sanmartiniano, que ya el procer expresara:
"Nuestra causa es la causa del género humano". De modo que la defensa de los principios de la soberanía argentina, que consideramos fundamentalmente afectados por los pactos de Río, no implica cerrarnos tras una cortina de acero para negar la realidad de un mundo que está luchando por transformarse. Nuestro concepto es fundamentalmente universalista; y por eso no aceptamos la existencia de bloques militares y económicos agresivos a los cuales el esfuerzo de la República tenga que sumarse. Queremos que nuestro país, partiendo de esa concepción de unidad del género humano, haga valer su sentido y responsabilidad como país soberano, lo cual no significa aislarse, sino buscar las propias raíces nacionales para proyectarse hacia el mundo, no al servicio de unos o de otros, sino al servicio de la humanidad. Seremos un país pequeño, seremos un puñado de hombres sobre la tierra estos 17.000.000 de argentinos que aquí vivimos; pero tenemos derecho a decir nuestra palabra, porque tenemos un mensaje de paz, de libertad y de democracia
para un mundo convulsionado.
Nosotros no votamos este pacto con pleno sentido de la responsabilidad que vamos a asumir. Nosotros pedimos a los señores diputados de la mayoría que adviertan que la posición que va a tomar la Unión Cívica Radical la adopta sin preocuparse de realizar un acto de oposición política. Para votar negativamente nos olvidamos de nuestra pasión política, de nuestro enfrentamiento, de nuestra lucha contra un gobierno que nosotros consideramos despótico; nos olvidamos, señor Presidente, de todo eso; y si votamos negativamente es porque creemos que la ratificación de los pactos de Río de Janeiro implica un acto de deslealtad hacia el destino de paz de la República. Nosotros preferimos no ser políticos prácticos en ese sentido; preferimos salir mañana ante el pueblo de la Nación a decirle que hemos combatido contra una política internacional que consideramos enemiga del destino argentino, para seguir caminando en nuestra lucha hacia el futuro con una bandera de grandes y generosos ideales humanos.
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