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domingo, 15 de mayo de 2011

Cruzada Renovadora de la UCR: "el radicalismo, que es la fuerza popular en que se expresa la voluntad histórica de la Nación" (1940)

Un decenio de iniquidad y de mentir ha colocado a nuestra Patria al borde de la anarquía y la ha degradado en un humillante vasallaje. Las nuevas generaciones argentinas contemplan entristecidas e indignadas a la Nación convertida en un mercado en el que se disputan el privilegio de vender la patria hampones jayanes enloquecidos de soberbia y oligarcas trémulos de codicia. Una trágica subversión de los valores morales mantiene, en los partidos, alejados de las responsabilidades que el talento y la virtud confieren, a los hombres representativos del espíritu argentino.

En tanto, en el occidente europeo, una cultura agotada se aniquila en lucha sin grandeza moral impotente para superar las contradicciones que transforman su antigua vitalidad en inerte mecanismo: Europa, después de haber burlado los más sagrados ideales del hombre, muere de no poder revivirlos. Y la mirada de todos los oprimidos de la tierra que no pueden renunciarlos, vuelven a la América Latina su ansiedad y su esperanza. América se estremece ante el llamado ineludible y la Argentina debe marchar con ella y a su frente, si ha de cumplir su misión en la era que alborea.

Nuestra patria tiene un destino y nuestro pueblo una tarea. Ha llegado la hora de cumplirlos. Y el radicalismo, que es la fuerza popular en que se expresa la voluntad histórica de la Nación, debe adecuar su acción y su pensamiento a las exigencias de la hora universal. Para el espíritu argentino la política no ha sido nunca ciencia de posibilidades, sino técnica de realización del destino nacional. Por eso, los que dirijan el radicalismo han de ser fieles a ese destino entrañable conociéndolo y amándolo para convertirse en instrumentos conscientes de su ejecución. El radicalismo no puede estar dirigido por hombres que a cada instante rectifican sus principios para adecuarlos a los hechos sobrevivientes o, lo que es peor, por hombres que se han habituado a esperar que los hechos consumados rectifiquen sus principios. Sin comprometer la unidad del partido, es urgente promover su renovación para convertirlo en herramienta de la voluntad argentina que quiere ser orientada por los mejores y reclama la moralización de nuestras prácticas cívicas y la solución integral de nuestros problemas fundamentales. La U.C.R. tiene enormes reservas morales que se halla en el deber de movilizar; es indispensable que los más altos valores de la Nación actúen desde sus filas para servirla con inteligencia y lealtad.

El radicalismo, que Yrigoyen definiera como una comunidad de hombres libres, negándole el mote de partido en el sentido tradicional de bandería, es, ante todo, una conducta colectiva que es resultante de las conductas individuales, y que exige una disciplina a la U.C.R se afirme en la consigna ser leal, no a las directivas circunstanciales de sus organismos administrativos, sino a los ideales inviolables que el radicalismo proclamó. El pueblo necesita guías con un sentido vertical de la conducta, capaces de anteponer el ideal al oropel.

Para ser fiel a sí misma y a América, la Argentina debe renacer y libertarse. Y la Argentina renacerá libertada a través de un radicalismo renovado y responsable, en el que el pueblo exprese su alma imperecedera y creadora. Nada podrá entonces contra esta consigna del destino, la voracidad de los imperialismos que se destruyen contendiendo por el derecho de esclavizar los pueblos débiles; nada podrá la conjuración sinistra de la violencia organizada y del fraude erigido en sistema electoral; nada podrá la alianza de corrompidos y corruptores, reclutados entre algunos políticos sin dignidad y ciertos militares sin honor, por los negociadores de la soberanía argentina.

Misiones como ésta se cumplen o se traicionan: no pueden eludirse. Para que el radicalismo las realice con eficacia y dignidad, queremos fortalecerlo, renovándolo. El sol de Mayo alumbra esta jornada que iniciamos bajo la égida victoriosa de una predestinación libertadora: bajo su signo conquistaremos la grandeza si sabemos amar la libertad hasta morir por ella.

Por un radicalismo que promueva y defienda la liberación del hombre en nuestra tierra y la de nuestra tierra en el mundo, quiere luchar  la Cruzada Renovadora de la U.C.R. Sus consignas son las que dicta esta hora de combate y de creación; que se alleguen a sus filas abnegadas y heroicas todos aquellos argentinos que tengan nuestra fe y que quieran servirla con pureza y energía irreductibles. Para construir nuestro destino y luchar por nuestra libertad, los argentinos de hoy, como los hombres de Mayo, hemos de ser a un tiempo, artesanos y soldados, invocando esos anhelos y luchando desde hoy:

Por una renovación nacional de valores dentro del radicalismo.

Por la desaparición del fraude, de la intimidación y de las prácticas viciosas.

Por la liberación económica de la Nación, mediante la explotación de sus riquezas en beneficio de su pueblo, libre de toda expoliación o interdicción extraña.

Por la pureza de nuestra vida política mediante la instauración de un régimen legal de los partidos, de incompatibilidades rigurosas entre el ejercicio de la función pública y la defensa de intereses extranjeros y por un contralor más eficaz de la probidad de los jueces, que afiance en nuestra Patria la justicia y que para consagrarla ante el mundo, encienda en los argentinos la vocación heroica de erigirla en el supremo principio ordenador de la comunidad humana.

Por la soberanía popular que es la libertad de la patria.



Junta Superior

Talcahuano 469

U.T. 35-5907




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