Los que, llamándose radicales, piensan que este gran partido, en la hora presente,no tiene otra finalidad que la conquista del gobierno por el gobierno mismo, hacen bien en irse de sus filas.
El radicalismo de esta hora, no es el que ellos han explotado y traicionado hasta aquí. Es una fuerza popular con orientaciones irreductibles y claras: busca, para el pueblo,la conquista de su libertad económica, por medio del principio jubilatorio y del seguro social, y exige, en nombre de los sentimientos de fraternidad y de solidaridad social,que sean las clases pudientes, las que se desprendan de una mínima parte de sus sobrantes, para concurrir a la formación de los capitales que han de asegurar la realidad de aquellos propósitos.
El radicalismo cree que la miseria de los trabajadores envejecidos,que los salarios de hambre, que la explotación del trabajo humano, no pueden ser eternos, y trata de concluir con esos espectáculos brutales. Busca para el pobre un nivel económico decente, y no lo inquieta la existencia del potentado: al contrario, lo considera un elemento útil en el concierto social. El radicalismo es superior al socialismo, como doctrina, porque el radicalismo abarca,en sus anhelos de renovación, toda la vida social, pero reconociéndose solidario con los estados históricos, anteriores al presente, y respetándolos dentro de ciertos límites:el socialismo ha reducido su doctrina al aspecto limitado del problema social, y en la parte que se refiere a este problema, a las relaciones del capital con el trabajo. Así, nosotros,no combatimos la idea de patria, la idea de libertad, la de familia, la idea de la propiedad privada porque las creemos a todas ellas indispensables al progreso, y también inherentes a la personalidad humana.
Creemos que el fin de la civilización es llegar al desenvolvimiento integral de la personalidad humana, y que este fin no podrá alcanzarse mientras el pueblo, sujeto hoy a la tiranía de las fuerzas económicas, no pueda disponer libremente de su voluntad.
¿Qué podrán contra esta idea que aflora a la superficie de la tierra en todo el mundo,los pobres seres que pretenden canalizarla hacia la conquista de algunas miserables prebendas, si a su servicio están aquí las fuerzas morales y materiales que el radicalismo congrega, y en el resto del mundo la sirven los hombres más idealistas y puros?
Un viento depurador las arrastrará pronto hacia la nada, y víctimas de la propia atmósfera asfixiante, sólo quedarán expuestos al desprecio público los cadáveres contraídos de los suicidas políticos, que osaron cruzarse en el camino por donde avanza la Unión Cívica Radical hacia su meta luminosa.Fuente: BIBLIOTECA DEL PENSAMIENTO ARGENTINO / IV Tulio Halperín Donghi
Vida y muerte de la República verdadera (1910-1930)
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