Y el himno es salmodia y rezo
Después se apagan las voces
Después se callan los pechos
Y el ataúd pasa entonces
Entre abismos de silencio
Bajo ese llover de flores
Y aquel nevar de pañuelos.
Adiós, adiós señor que ya vas
Soñando el último sueño
Con la patria lo soñás
Entre laureles perpetuos
Se acabaron mezquindades
Y acabose al fin el pleito
Aquel pleito que movían los oscuros leguleyos
Los que decían a coro “esos alborotapueblos”.
Que buen alcalde no fuiste
Que mejor lo fueran ellos
Que buen alcalde no fuiste
Por eso te movían pleito
Porque te querían alcalde
Dios no te puso para eso
Sino por centella viva
Y relámpago del cielo.
El destino que cumpliste
De una vez, de una vez decirlo quiero
Dios te puso por segura señal entre los senderos
Por tiempo de encrucijada sobre la cruz de los tiempos.
Entre naciones en llamas
Pasó con vos este pueblo
Entre naciones en llamas
Pasó con vos este pueblo
Y en el incendio del mundo
Fue respetado del pueblo
Y en el incendio del mundo
Fue respetado del pueblo.
Que así soñabas concordia
Para futuros excesos
Pastor de las muchedumbres
Y albacea ante los pueblos
De las cosas que legaron
Rivadavia y Moreno.
Y el ataúd va pasando
Aquella marcha del féretro
Entre una lluvia de flores
Y un tremolar de pañuelos.
Adiós, adiós señor que ya vas
Descansando en sueño yerto
De tantos duros agravios
Duros agravios proteros
Todos los muertos que duermen
Duermen bien como los muertos
Con los dos ojos cerrados
En la gran paz de su sueño.
Vos no duermas como duermen
Su sueño postrer los muertos
Señor de Martin García
Libertador prisionero
Dormilo con un solo ojo
Que el otro ojo quede abierto
Para que nadie se atreva con el libro de los sellos
Con el arca de la alianza, con la libertad del pueblo.
Forjadores de cadenas
Cadenas le prometieron
Forjadores de cadenas
Cadenas le prometieron
Se las quieren ajustar
Sobre los flancos sangrientos
Vos no durmáis como duermen
Su sueño postrer los muertos.
Y el ataúd va llegando
Sobre los hombros del pueblo
Hasta el frío de la fría
Nieve del último lecho
Caed postrimeras flores
Volad postreros pañuelos.
Y ahora oíd ciudadanos
El mandato de este verso
Altar de la democracia
La casa donde él ha muerto
Y allá al frente donde veis
El cabal espacio abierto
Su monumento mañana
Todo de mármol eterno
Un espanto de tiranos
Y una redención de pueblos.
Fuente: "Musa Cívica" de Arturo Capdevila, Editorial Raigal¿, 1951.
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