Sabe que el país no puede resignarse a ejercer la función
que se le ha asignado dentro de una supuesta división internacional del trabajo,
sino que necesita desarrollar una economía de expansión que permita la explotación
de sus posibilidades, a fin de que todos puedan tener un acceso de justicia a
la riqueza común. Por lo que sus medios más urgentes para obtenerlo consisten
en la entrega al pueblo de las industrias claves y de las fuentes naturales de energía,
así como una reforma fundamental al régimen de la tierra. Y, contemporáneamente,
la provisión de defensas espirituales mediante la promoción de una cultura de
contenido humano y sentido nacional, que no se reduzca a formar técnicos sino
que contribuya a la realización total de
los hombres argentinos al servicio de los bienes propios.
Este radicalismo de hoy no cree que el país este concluido
en su formación sustancial. Cree que todo esta por hacer. No desdeña lo que se hizo en el pasado,
pero considera que
mucho de lo realizado lo fue en vista de valores distintos de los que ahora están
en vigencia, y por eso estima necesaria una radical modificación de las
estructuras sociales y económicas del país,
a fin de crear un estado de cosas que haga imposible la subsistencia de la
miseria, la ignorancia, o la explotación. Por eso, su sensibilidad no esta ingenuamente abierta a sugestiones o
provocaciones exteriores ni le conmueven demasiado las pujas de los grandes
bloques mundiales, sino que pone los problemas patrios en primer termino, pues
intuye que el papel argentino será grande en el mundo cuando no se trate de
inscribirse en la nómina de adherentes de superpotencia alguna, sino de
transmitir un mensaje de paz y serenidad con la suficiente autoridad moral.
Y también sabe que será inútil intentar una empresa de la liberación argentina si no se la conjuga con una empresa americana, pues seria ilusorio un triunfo de la suerte si el resto de America sigue debatiéndose entre el dolor y la frustración.
Y también sabe que será inútil intentar una empresa de la liberación argentina si no se la conjuga con una empresa americana, pues seria ilusorio un triunfo de la suerte si el resto de America sigue debatiéndose entre el dolor y la frustración.
Pero no es menos cierto que un país acosado por
expoliaciones que ya están tornándose respetables de puro viejas, exige
soluciones de fondo cuya puesta en marcha requiere algo más que el marco formal
de la legalidad. Requiere, en primer termino, una profunda conciencia popular
dirigida y alertada por un movimiento nacional convencido de la necesidad de
ciertas realizaciones, cuya tabla de valores esta presidido la moral y la
conducta.
Hay que hacer un nuevo reparto de cartas, para que ninguna
baraja quede en la manga de nadie. Así, el radicalismo solo cumplirá su función
eminente cuando comprenda que es necesario revisar con valentía toda la
estructura nacional, sin curarse de mitos, tabúes, prejuicios o intereses. Y
cuando, hecho esto, entre a sacar y poner lo que hay que poner y sacar...
Lo podrá hacer si se mantiene en fidelidad a sus orígenes, a
las esperanzas que justificaron su convocatoria: esperanzas que no aparecieron
arbitrariamente en un momento particular de la vida argentina, sino que venían
de algo mucho mas profundo, de un oscuro clamor federal y montonero,
territorial y popular, con ecos de las primeras insurgencias patrias. Esta
fidelidad podrá guardarse mientras persista en su intransigencia, variando
eventualmente la dinámica de su instrumentación, pero ciñéndose con
insobornable fortaleza de alma a sus fines últimos: la significación del
hombre, la realización del país.
Fuente: Alvear de Félix Luna, Editorial Sudamericana 1999.
No hay comentarios:
Publicar un comentario