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martes, 14 de diciembre de 2010

Hipólito Yrigoyen: "El Apostolado" (12 de octubre de 1916)

Ante la evidencia de estas horas supremas y decisivas, el pensamiento se repliega a contemplar el apostolado que laboró tramo a tramo, la consagración plena de la obra reparadora. 

En la fe y en la virtud de su vasta irradiación se cruzaron muchas angustias; pasaron años de absorbentes fatigas y de inevitables incertidumbres, escrutando y afrontandolo que había de rebelde o de inmodelable a la eficacia de sus justas finalidades.

Así estuvo como el alucinado misterioso que los refractarios motejaron de una devoción incomprendida, ostentándose siempre sin mirar hacia atrás, soportando impertérritolas acritudes del destino, irreductiblemente identificado con la Patria misma, serena auscultadora de sus anhelos e intérprete fiel de sus imperiosas reivindicaciones.

Y hoy estamos ante la efectividad gloriosa de tan enorme jornada y el encanto soñador se transformó en la realidad que nos hace sentir la magnífica verdad de la Patria,dejando por fin de mirarnos peregrinos en su propio seno.

¡Cómo trascienden recien ahora los atributos nativos de la nacionalidad en la ejecutoria de los más prominente preceptos de la civilización humana! ¡Cómo se comprenden recien ahora las éfemerides tan distintas de las que se celebraron con el mécanico automatismo de la simulaciones públicas! ¡Cómo parece el himno más tonante en las vibraciones de su sentimentalidad y las muchedumbres más nuestras ante el esplendoroso renacimiento!

Justo es, entonces, que esta resurrección que pareciera imposible, llene de intenso regocijo el espíritu nacional que asumiera todas las contingencias de tan cruenta jornada,como si un dictado superior hubiera dispuesto que se fundiese en la más indestructible solidaridad. 

Asumir la contienda reparadora, desde el llano a la cumbre renunciando a todas las posiciones y resguardos del medio ambiente, para remontar la abrupta montaña a pura orientación de pensamiento, a puro vigor de virtudes y a pura entereza de carácter, y llegar a la cima pasando por sobre las murallas de todos los poderes oficiales y las conjuraciones conniventes, es empresa que no conciben los mediocres ni alcanzan los pigmeos y que ni siquiera comprendieron los grandes ni afrontaron los poderosos.

Tan magnas concepciones fueron idealizadas por el genio de la Revolución, sentidas por el alma nacional y cumplidas con admirable excelsitud en una trayectoria de sucesos y de acontecimientos en que culminaron todas las glorias de la Patria.


Hipólito Yrigoyen







Fuente:  "El Apostolado" de Hipólito Yrigoyen (Un Pensamiento Gubernamental Traducido en expresión vigorosa es este que el Dr. Yrigoyen da a la publicidad al iniciar su gobierno histórico), 12 de octubre de 1916. En Hipolito Yrigoyen: Pueblo y Gobierno Tomo IV “Mensajes Inaugurales del Congreso de la Nación, prólogo del Dr. Moisés Lebensohn, Editorial Raigal, 1955.

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